Son líderes, así como de los padres. No confían en las escuelas, el Gobierno, televisión, las películas o música para enseñar a sus hijos los valores y la diferencia entre el derecho y el mal. Lo hacen ellos mismos.
Tienen una visión para su familia y su futuro, la cual es discutida y compartida a menudo. Apoyan la visión con creencias y valores claramente articulados, y comunicados. Cada acción, el comportamiento y la decisión se toman con esos valores y creencias firmemente en mente. Constantemente hacen hincapié en la relación entre la familia de éxito en conformidad con los valores y creencias. Hacen una clara distinción entre lo derecho y lo malo. Todo el mundo está claro sobre cómo son las cosas que hacer y por qué hacerlas.
Son modelos de conducta para sus hijos. Sus comportamientos reflejan aquello que quieren que los niños emulen. Son honestos porque valoran la honestidad; abiertos porque valoran la transparencia; perdonan porque valoran el perdón. Ellos toman decisiones difíciles cuando es necesario y asumen la responsabilidad de los resultados. Simplemente no dicen solamente a sus hijos qué valores tienen y creen; sino que también lo muestran a través de palabras y los hechos.
Ellos animan a sus hijos. Les transmiten altas expectativas conductuales y de rendimiento, pero alcanzables, y les proporcionan el apoyo espiritual, emocional, físico, intelectual y los recursos financieros que los niños necesitan correctamente para alcanzarlos. Ellos saben que la autoestima es una función de progreso.
Hablan con sus hijos, no de ellos. Se aseguran de que los niños comprenden el comportamiento de la relación y las consecuencias. Y distinguen entre el niño y su comportamiento por lo tanto, cuando hay problemas, incondicionalmente aman el niño mientras buscan una solución al problema.
Tratan de comprender cómo los niños se desarrollan. Como los niños están encontrando su camino en el mundo,estos padres usan una combinación de la madurez y la habilidad. Proveen la dirección necesaria permitiendo que los niños se vayan preparando para tomar decisiones por sí mismo.
Toman un papel activo en la educación de sus hijos tanto formal como informal. Son colaboradores activos en la comunidad y la escuela. Enriquecen el entorno doméstico de todas las maneras que pueden. Ellos van a conciertos, juegos, viajes de camping e, indefectiblemente, a las ceremonias que marcan las graduaciones de una etapa a la siguiente.
Aunque sus hijos sus hijos se destaquen en diferentes formas, estos padres admiten libremente que sus hijos eran cualquier cosa menos perfectas. Aceptan y hablan abiertamente sobre el hecho de que, mientras hay niños buenos, sus hijos son sólo tan propensos como otros a las vicisitudes de crecer y, en ocasiones, su comportamiento refleja ese hecho.
Cuando llegue el momento, discuten el futuro y proporcionan asesoramiento adecuado y orientación con respecto a la carrera y otras opciones de vida que eventualmente deben hacer los niños.
Por sobre todas las cosas ellos alientan el pensamiento independiente, crítico, pensando en que a fin de cuentas, cada niño se convertirá en una persona individual.