Ya estamos en la mitad del año. Muy pronto se acercará el verano con sus temperaturas cálidas y las playas, ríos y piscinas serán la gran diversión. Aunque algunos se quejan del calor no cabe duda de que los rayos del sol traen alegría y deseos de salir a disfrutar en la naturaleza. Además la mayoría de los niños están libres disfrutando sus vacaciones escolares y pueden jugar y correr a sus anchas.
En nuestro jardín ya tenemos muchas flores de diversas formas y colores. En este momento las que están luciendo sus hermosos matices son las gladiolas. Estas esbeltas flores crecen majestuosamente y causan la admiración de cuantos las ven. Aquí puedes admirar el hermoso ramillete que adorna nuestra mesa de comedor.
Hace un par de días me acerqué para saludar a uno de nuestros vecinos. Estaba arrodillado cerca de sus plantas de gladiolas con una mirada muy triste. Le pregunté qué le sucedía y me comentó que había cometido un grave error. Vio que las gladiolas de su patio tenían algunos insectos en las flores y para eliminarlos roció la planta con un insecticida el cual no solamente mató los insectos sino que dañó las flores y secó la planta. Muy triste me dijo: “Ahora tendré que esperar hasta el año próximo para ver las flores”.
Lo animé y me alejé pensando que muchas veces nosotros tratando de hacer algo que nos parece bueno vemos que los resultados son malos. Nuestro vecino no tuvo intenciones de dañar las flores y mucho menos de quemar la planta; todo lo que quería era eliminar los insectos, pero su método le falló. La Biblia nos enseña que lo bueno y lo malo muchas veces crecen juntos (trigo y cizaña) y nos advierte que tengamos cuidado de no dañar lo bueno por quitar lo malo. Al ver las flores de mi vecino en el suelo me sentí muy triste, pero la esperanza de que el año próximo la planta volverá a dar sus flores me animó. Pacientemente esperaremos para volver a ver esas hermosas gladiolas amarillas, y en lo que respecta a la lección espiritual que aprendí del incidente, creo que estaré más dispuesta a esperar ese día cuando Dios separará los buenos de los malos y a cada uno dará su recompensa.
