Bienaventurados los pobres en espíritu, los que confían y esperan en Dios porque ellos tendrán una vida nueva. Un presente con esperanza y la esperanza que el futuro sea presente para siempre.
Las perspectivas pueden ser cada vez más oscuras. Pero no se desanime; deposite en Dios sus preocupaciones y permanezca tranquilo y alegre. Comience cada día con una ferviente oración, sin olvidarse de alabar y dar gracias.
¿Vive usted sin esperanza? ¿Se preocupa demasiado por el futuro? ¿Se ha olvidado que el Señor tiene cuidado de todas sus criaturas y eso le incluye a usted también?
Recuerde que la distancia entre usted y Dios es nada menos que una oración. Eche mano de ese recurso y presente ante Él todas sus preocupaciones y luego espere pacientemente. “Si usted encuentra voz y tiempo para orar, Dios encontrará tiempo y voz para responderle” (La Oración.124) Siga orando y no pierda nunca la esperanza.