Una amiga mía estaba enfrentando algunos desafíos, tanto en su vida personal como en la de su familia. Yo no sabía qué decir ni que hacer y se lo comenté. Ella me miró y dijo: “Sólo quédate cerca”. Y eso fue lo que hice. Más tarde, empezamos a hablar del amor de Dios.
Muchas veces, no sabemos cómo reaccionar ante el sufrimiento de los demás y es probable que las palabras hagan más mal que bien. Servir a los demás exige que los comprendamos y que averigüemos qué les hace falta. A menudo, podemos ayudarlos ocupándonos de sus necesidades materiales, pero una de las mejores formas de animar a los que sufren es estar cerca; sentase a su lado y escuchar.
Dios está cerca cuando lo invocamos.” Claman los justos, y el Señor oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu, declaró el salmista (Salmo 34: 17,18).
Si nos ponemos en el lugar de los que sufren y somos compasivos de corazón, podemos ayudarlos; sentarnos a su lado y estar cerca, como lo hace el Señor con nosotros. En el momento oportuno, y si es necesario, el Espíritu Santo nos dará las palabras que debemos decir.
¿Será que habrá alguna persona que necesite mi ayuda, o que me siente a su lado durante esta semana?
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