Alimento para el Alma

La Lluvia y los Limpiaparabrisas

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Una tarde lluviosa estaba manejando mi carro a través de una de las principales calles de la ciudad tomando todas las precauciones necesarias, ya que cuando llueve las calles se tornan muy resbalosas. De pronto mi hijita Aspen habló desde su relajada posición en la que se encontraba

–          Papi, estoy pensando algo – dijo.

Esto quería decir que hacía rato estaba tramando algo y ya estaba preparada para soltarlo. Qué saldría de esos pensamientos de una niña de seis años, o qué habría descubierto en esos pensamientos, no lo sabía, pero estaba deseoso por escucharla.

–          ¿Qué estás pensando? – le pregunté.

–          Papi, la lluvia es como el pecado y los limpia parabrisas son como Dios limpiando nuestros pecados.

Después de esta declaración, que me dejó helado, levanté mis brazos y pude responder.

–          Eso está muy bien, Aspen.

Entonces la curiosidad me picó. ¿Cuán lejos podría llegar esta niña con esa revelación? Así que le pregunté:

–          ¿Has notado cómo la lluvia sigue cayendo? ¿Qué dices a eso?

Aspen no perdió un momento y contestó: – Seguimos pecando y Dios nos sigue perdonando.

Siempre que uso los limpia parabrisas recuerdo que Dios es grande, misericordioso y perdonador.

¡Gloria a Dios por ello!

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