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Un Sacrificio de Amor

2.03KVistas

En la iglesia donde asisten mis nietos Ian y Sophia todos los años acostumbran presentar durante la semana santa un drama basado en los últimos acontecimientos de la vida de Jesús. En esta ocasión tuvimos que llevar los niños para que participaran en uno de los ensayos previos a la presentación. Mientras nos encontrábamos sentados observando la práctica mi corazón se conmovió al recordar algunas de las escenas donde Jesús sanaba a los enfermos, le daba vista a los ciegos, y tomaba en sus brazos a niños aquejados de algún mal físico. Miré con detenimiento las expresiones de alegría de aquellos que habían sido sanados y cuya vida había vuelto a tomar vigor gracias a que Jesús les había hecho un gran bien.

Pero mi alegría se tornó en tristeza al ver las escenas de la crucificción. El maltrato, las burlas, las humillaciones que sufriera Aquel que un día cambió sus vestidos reales y su posición de Dios, para venir a tomar nuestra culpa y sufrir el castigo que todos nosotros merecíamos. ¡Cuánta tristeza siento al pensar que debiéramos recordar con más frecuencia lo que Jesús hizo por nosotros, pero no lo hacemos! Estamos tan envueltos en nuestros asuntos personales que me temo que esta semana especial pasará a la historia como un tiempo de vacaciones donde podremos hacer actividades que nos brinden place en lugar de dedicar un tiempo para la reflexión y oración.

Entre los temas que deben ocupar nuestra mente el sacrificio de Jesús debe ser algo que conmueva nuestro ser. Meditemos por un instante en la siguiente declaración: “El Señor de gloria estaba muriendo en rescate por la familia humana. Al entregar su preciosa vida, Cristo no fue sostenido por un gozo triunfante. Todo era lóbreguez presiva. Sobre Cristo como sustituto y garante nuestro fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley”. No ha existido ni existirá una demostración de amor más grande que la que Jesús nos dio al morir en la cruz del Calvario. En demostración de nuestra gratitud por tan inmerecido favor, debemos entregarle nuestra vida y dedicarnos a servirle con amor.