Creo que nada hace sentir más feliz a una madre y un padre que ver que sus hijos son exitosos. En esta declaración que encontré y que comparto con ustedes se enfatiza lo siguiente: No importa si los padres tuvieron la oportunidad de tener una educación formal, o si proceden de hogares muy humildes, ellos pueden ejercer una gran influencia positiva en el éxito académico de sus hijos.
Muchos padres se sienten incapaces de contribuir con el éxito académico de sus hijos por diversas razones, pero lo que más cuenta en todo esto, no es cuánto saben los padres de matemática, historia, ciencia, o reglas gramaticales. Su aportación a la educación y el éxito de sus hijos está en la dedicación que ellos tengan en el diario vivir para motivar, ayudar, y facilitar lo que los niños necesitan para cumplir con sus obligaciones escolares. De igual forma, son los padres los responsables de crear en el hogar los elementos necesarios para que sus hijos desarrollen hábitos de estudio y responsabilidad. En un hogar donde no existen reglas definidas para las actividades diarias, o donde no hay regularidad en el programa personal de los integrantes de la familia, es muy difícil que los niños puedan encajar en una rutina diaria que les ayude no solamente en los estudios sino también en los deberes que deben cumplir. A continuación, menciono algunas de las áreas que deben tomarse en consideración a la hora de establecer un programa familiar que contribuya con el desarrollo de hábitos exitosos:
◊ tiempo para acostarse y para levantarse
◊ tiempo para las comidas
◊ tiempo para las tareas escolares
◊ tiempo para las tareas personales del hogar
◊ tiempo para jugar y ejercitarse
◊ tiempo libre para realizar alguna actividad de su preferencia
◊ tiempo para reunirse como familia y estudiar la Biblia
Estas a grandes rasgos son las áreas que toda familia debe tener bien claras y discutidas con sus hijos para que puedan establecerse a fin de poder funcionar como una familia organizada. Las habilidades intelectuales de los hijos se desarrollarán y fortalecerán en la medida en la que los padres contribuyan con mantener una estructura de apoyo seguida por un trabajo incansable. El éxito de ellos no llegará sin sacrificio, perseverancia y abnegación por parte de los padres y de los hijos. Los niños no nacen exitosos; se convierten en exitosos cuando tienen padres que les ayudan a alcanzar el éxito porque saben que Dios nos hizo para ser triunfadores.