El pensamiento de hoy suena como uno de esos consejos que las madres le damos a los hijos cuando les decimos: “no te juntes con personas que no son buenas, o que no se portan bien”. Seguramente se lo has repetido a tus hijos infinidad de veces porque quieres librarlos de problemas al andar en la compañía de personas que no tienen una buena conducta. Es muy posible que quieras evitarte los dolores de cabeza que se producen cuando alguien te dice que tus hijos andan con malas compañías, haciendo cosas que no son buenas.
Me imagino que Salomón recibió este consejo de su padre David. ¿Crees que David sabía lo que estaba diciendo? Por supuesto que sí. Él había caminado mucho en la vida y había visto y experimentado lo que es andar con pecadores y entre pecadores.
La frase “si los pecadores quieren engañarte” tiene un significado muy importante. Usualmente los que tienen más astucia para hacer cosas malas buscan a los que son más inocentes. Se valen del engaño y la mentira para poder capturar su presa y así envolverla en sus maquinaciones. Si los que hacen el mal lo presentaran como es en realidad, con sus terribles consecuencias, muchos no serían engañados. Pero es así como obra el enemigo, con engaño, mostrando el lado llamativo de las cosas y haciendo que todo parezca atractivo y placentero. Si los resultados dolorosos del pecado se mostraran de inmediato las personas huirían, o por lo menos no cederían con facilidad a las propuestas de los pecadores.
Tanto nuestros hijos como nosotros necesitamos tener los sentidos bien alerta en lo que a ser engañados en diferentes aspectos de la vida significa. El gran engañador se acercará con propuestas que lucen muy llamativas, pero que al fin no son otra cosa que destrucción. Por eso la parte final del versículo nos aconseja: “no vayas con ellos”. Es un llamado a no mezclarnos con el pecado, con los que de alguna forma son instrumentos para hacernos pecar. Esas personas necesariamente no tienen que ser inconversos, porque los inconversos al no conocer a Jesús no pueden ver la magnitud de sus pecados. Tenemos que cuidarnos aun de aquellos que profesan nuestra fe y que pudieran ser instrumentos para hacernos pecar en diferentes formas.
Recuerdo haber compartido este versículo con mis hijos cuando se fueron de nuestra casa para la universidad, y les rogué que se abstuvieran de seguir a los que con engaños los entramparían. Cuando siguieron el consejo, les fue bien, cuando olvidaron seguirlo, los resultados no se hicieron esperar y hubo dolor y tristeza para ellos y para nosotros como sus padres. Gracias a Dios que siempre hay una segunda oportunidad para reflexionar y recapacitar si hemos sido engañados o influenciados por personas que nos han hecho transitar caminos de pecado. La advertencia de Salomón es muy acertada para nuestro tiempo.
Aplicación: Hoy es un buen día para reunir la familia y conversar acerca de esta perla de sabiduría que nos librará de muchas dificultades. Por eso Salomón la compartió con nosotros.
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