Cuando estés triste; yo secaré tus lágrimas. Cuando tengas miedo, yo disiparé tus temores. Cuando estés preocupado, yo te daré esperanzas. Cuando estés confundido, yo te ayudaré a discernir. Y cuando estés perdido, y no puedas ver la luz, yo seré tu guía brillando tan fuerte como nunca.
Cuando te parezca que nadie se preocupa por ti y que no puedes encontrar amor, es el momento de echarte en mis brazos y encontrar paz. Cuando te desalientes y consideres que eres una calamidad, pon los ojos en mi espléndida faz y contempla mi sonrisa. Recuerda que te amo tal cual eres.
Cuando te desasosiegues o te contraríes, acude a mí. Yo seré tu compañero ideal. No creas que nadie entiende las dificultades que atraviesas. No es cierto: yo siempre te comprendo. Tengo gran interés por saber de ellas. Anhelo remediarlas. Es entonces cuando debes acudir a mí y contarme tus conflictos, tus inquietudes, pesares y desazones. Yo te daré soluciones que disiparán toda tu ansiedad.
¿Sabes dónde puedes encontrar todas estas promesas y muchas más que harán de tu vida un jardín? En la Biblia, que es la Palabra de Dios. Búscalas y confía en ella.