¿Por qué usted hace lo que hace? Si la respuesta es porque es la esposa del pastor, seguramente ya está en problemas. Sería mejor hacer lo que hace porque ama al Señor y no por la profesión de su esposo. Hay esposas de pastores que piensan que están obligadas a tomar parte activa en la iglesia porque de ello depende que la congregación acepte a su esposo y que la organización le garantice el trabajo. Otras creen que su liderazgo en la iglesia tiene que hacerse sentir o de lo contrario no se ganan la admiración y el respeto de la congregación. Algunas buscan reconocimiento y aquellas que resultan tener un liderazgo más brillante que el de sus esposos a veces toman iniciativas y atribuciones que en lugar de ayudar al esposo lo que hacen es traer confusión y comentarios en la iglesia. Si bien es cierto que al entrar en el ministerio hay mujeres que no se sentían preparadas para cumplir con las demandas existentes, lo mejor que puede hacer una joven esposa que entra al ministerio es ubicarse consigo misma y buscar su verdadera identidad tanto dentro como fuera de la iglesia mediante una relación con Dios.
A muchas esposas de pastores les resulta difícil comprender que Dios las ha dotado de una identidad personal única. No hay dos personales iguales. Sin embargo, es frecuente que la esposa de un ministro se sienta intimidada y un tanto perpleja al definir su identidad en el contexto de la misión para la cual ha sido llamada al lado de su esposo.
Cuando se le pregunta a los feligreses cuáles creen que son las características más resaltantes que una esposa de pastor debe tener algunos contestan: sincera, amable, alegre, discreta, organizada, y la lista resulta interminable. Es cierto que lo antes mencionado corresponde a la descripción de las cualidades de una esposa de pastor, pero tal vez sea eso una de las causas por la cual algunas jóvenes esposas se sientan incompetentes o inadecuadas para cumplir su rol en el ministerio y confunden su verdadera identidad.
¿Cuál es la verdadera identidad?
Es frecuente encontrar esposas de pastores preocupadas por las expectativas del estereotipo que se tiene de ellas. La verdadera identidad de una mujer cristiana que ha sido llamada para ser la esposa de un pastor radica en que se identifique como una mujer bendecida que Dios usa para bendecir a otros.
¿Quién eres en realidad? Tal vez la mejor respuesta a esta y muchas otras preguntas sea lo que Dorothy Patterson dijo: “Mi valía (identidad) ante Dios en el sector público no es más que la substancia de mi caminar con Él en privado”. La esposa de pastor debe llegar a comprender que su gran riqueza no estriba en las habilidades que los miembros de la congregación ven en ella, sino en la sensibilidad espiritual que ha logrado desarrollar a través de un caminar permanente con Dios.
Es posible confundir con facilidad lo que significa caminar permanentemente con Dios y el hecho de trabajar para Dios. Hacer el trabajo que Dios nos ha encomendado es una cosa, pero conocer a Dios y tener una relación de intimidad con Él es otra. Muchos pueden estar trabajando incansablemente cumpliendo con las responsabilidades y desafíos que enfrenta la iglesia, pero en medio de toda esa ocupación tal vez están tan lejos de Dios como lo está el cielo de la tierra. Para tener una relación de intimidad con Dios se necesita tomar tiempo, para presentarle los planes, las frustraciones, los desafíos, y todo lo que trabajar por la iglesia representa. Se necesita tiempo para escuchar las directrices que el Señor va dando a fin de que la iglesia vaya desarrollándose de acuerdo al plan divino. Se necesita una relación bien estrecha con Dios para entender el camino por el cual hay que seguir, para saber los consejos que hay que dar, para guardar silencio cuando no es conveniente decir algo y mucha firmeza cuando todo parece ir mal, y solamente la seguridad de la presencia constante del Señor es lo único que sostiene.