En cierta ocasión fui invitada a participar en un retiro para damas y durante la programación me llamó mucho la atención ver que en dos esquinas de la parte trasera del salón había una manta colocada sobre cada mesa. Pregunté cuál era el propósito de las mantas y me explicaron que todas las hermanas que quisieran podían escribir con un marcador permanente una promesa en cualquier lugar de la manta. Al finalizar el retiro tuvimos una sesión de oración y una manta se la enviaron a una hermana que estaba pasando por un problema de salud muy delicado. La otra manta la colocaron sobre mis hombros, oraron pidiendo al Señor que me bendijera permitiendo que esas promesas se pudieran cumplir en mi vida.
Al regresar a mi casa me sentí tan impresionada que tomé la decisión de preparar una manta para regalarla a una vecina que estaba enfrentando el diagnóstico de un cáncer muy avanzado. Le pedí a mis hijos que me dijeron cuáles promesas deseaban que le escribiera a Connie en la manta y cada uno de ellos participó en mi proyecto. Una noche fui con mi esposo para orar con ella y entregarle la manta. Le explicamos que no había nada milagroso en esa manta; solamente promesas dadas por un Dios que no miente y que nos ama con un amor que no podemos comprender. Le sugerimos que usara su manta cuando tuviera que ir a recibir la quimioterapia de manera que mientras estaba tomando el tratamiento su mente estuviera meditando en las promesas del Señor. Mi vecina murió pero esa manta fue para ella una fuente de paz durante las sesiones de quimioterapia.
Si crees que esta idea puede serte útil la estoy compartiendo contigo esperando que puedas mediante este sencillo proyecto de amor, llevar paz, aliento y esperanza a una persona que enfrenta una prueba.