Texto: Lucas 2:52
Tema: Llamado a la consagración
Objetivo: Inspirar a los niños a un crecimiento espiritual teniendo cada día una relación más estrecha con Jesús.
Himno Inicial: 220 (Del trono celestial).
Himno Final: 290 (¿Quieres ser salvo de toda maldad?)
Canto Especial: Sublima Gracia
I. Introducción: Queridos hermanos (dirigiéndose a la congregación) nosotros los niños estamos en la mejor etapa de nuestra vida la cual tiene como característica el crecimiento físico y mental. Cada día estamos haciéndonos más grandes y fuertes. Cada día aprendemos cosas nuevas. La mayor parte de este período del desarrollo es divertida, porque vamos descubriendo que somos más grandes de lo que fuimos días atrás, además con el tiempo aprendemos a ser un poco más independientes.
Jesús conoce lo que es el crecimiento. El también fue pequeñito. La Biblia dice que Jesús “crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría”
(Lucas 2:40). Me pregunto si la mamá de Jesús tenía que solterle el ruedo del pantalón con frecuencia a su hijo como lo hacen la mayoría de las madres presentes. ¿Acaso Jesús se colgaba de los árboles, como hacemos muchos de nosotros para que nos crezcan los brazos y las piernas y así poder jugar baloncesto con los chicos más altos? Seguramente Jesús tenía otra forma de manejar su crecimiento físico, pero lo que es verdad es que su crecimiento fue como el de cualquiera de nosotros.
Sabemos que Jesús no solamente creció física o mentalmente sino que también creció espiritualmente. La Escritura dice que “crecía en gracia para con Dios y los hombres.” Lucas 2:52. Sí, Jesús crecía todos los días. Desde niño le gustaba estar en la carpintería de su padre, y por eso pudo aprender muy bien el oficio de la carpintería. A Jesús también le gustaba andar con su madre, y mientras le ayudaba en los trabajos del hogar, ella le contaba relatos de la Biblia acerca de Abel, José, Moisés y Daniel.
Cada mañana su mamá le enseñaba a orar a su Padre Dios, y así aprendió a obedecer todas las instrucciones que se le daba. De esta forma fue como Jesús creció en gracia para con Dios y los Hombres.
II. El Crecimiento espiritual:
Ahora nos preguntamos, ¿qué significa crecer espiritualmente? El crecimiento espiritual es también algo importante para el ser humano, así como lo fue para Jesús. Por eso en esta mañana hablaremos de dos puntos importantes del crecimiento y lo aplicaremos al crecimiento espiritual:
1. El crecimiento no se produce por tratar de crecer:
Cierto joven tenía como objetivo crecer hasta medir 1.85 m. de altura, pero tendría que luchar mucho para alcanzar dicha medida pues sólo medía un metro veinte. Un día tuvo que pararse en la primera fila entre un grupo de muchachas, para la foto de octavo grado. ¡Eso fue más de lo que podía soportar como muchacho! Todas eran mucho más altas que él.
Cierto día pensó que había llegado el momento de hacer algo para remediar esta situación. Se dirigió a la cocina y, de espalda contra la puerta y con una regla sobre su cabeza, hizo una marca. Luego corríó al patio trasero de la casa y me colgó del poste que sostenía los alambres del tendedero de ropa, y permaneció en esa posición tanto rato como pudo aguantar. En seguida corrió de vuelta a la puerta de la cocina y se medió nuevamente. ¡Qué desilusión! ¡Su esfuerzo no había servido para nada!
Jesús dijo: “¿y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?”(Mat. 6:27). Una persona no crece por el solo hecho de esforzarse para crecer. En efecto, mientras más se trata de fomentar el crecimiento, menos se crece. Si este joven hubiera pasado todo el tiempo colgado del poste del tendedero, no sólo habría fracasado en el intento de llegar a medir 1,85m. de altura, sino que posiblemente muy pronto hubieran tenido que sepultarlo a 1,85m. de profundidad porque hubiera muerto en el intento. Y todo esto habría sucedido solamente por el solo hecho de empeñarse en crecer y nada más.
La sierva del señor dice en el libro Camino a Cristo lo siguiente: Las plantas y las flores no crecen por su propio cuidado, solicitud o esfuerzo, sino porque reciben lo que Dios proporcionó para favorecer su vida. El niño no puede por su solicitud o poder propio añadir algo a su estatura. Ni vosotros podréis por vuestra propia solicitud o esfuerzo conseguir el crecimiento espiritual”. C.C. pág. 68.
Recordemos que no podremos crecer concentrando nuestra atención solamente en el crecimiento. Hay que quitar la vista de ti mismo y concentrar la mirada en el Sol de Justicia. El apóstol Pablo dice en Hebreos 12:2, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Debemos mirarlo a El ya que es nuestro mejor ejemplo.
2. Dios tiene como objetivo un crecimiento alto:
El segundo punto de nuestra meditación indica que Dios tiene un objetivo especial para nuestro crecimiento. En la epístola a los Efesios encontramos lo siguiente: “hasta que todos lleguemos… a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Ef. 4:43). Esto es posible solamente creciendo bajo la gracia salvadora de Cristo.
II. ¿Qué significa crecer bajo la gracia de Cristo?:
Para entender este concepto necesitamos primeramente definir lo que es gracia.
Gracia es un don, un regalo.
Gracia es el poder y ayuda que recibimos desinteresadamente de parte de Dios
Veamos la forma como podemos aplicar estos dos conceptos a nuestra vida espiritual. El primero nos aclara que nuestro Padre amante nos ha regalado la vida eterna a través de Jesucristo por su misericordia y su interés de salvarnos. Y cuando lo aceptamos por fe se produce el nuevo nacimiento. Esto es un regalo y por lo tanto no tenemos que pagar absolutamente nada por ello. Todo lo que tenemos que hacer es aceptar el regalo por fe.
El segundo punto se basa en lo que Jesús nos ofrece diariamente para vencer el mal y ser obedientes y así ir creciendo espiritualmente para la honra y gloria de Dios. Este crecimiento espiritual trae buenos resultados. Algunos de ellos son:
Se produce el arrepentimiento en mí vida.
Obtengo el perdón por mis pecados.
Disfruto de paz en el alma.
Experimento el deseo de adorar a Dios.
Me gozo en guardar los mandamientos.
Poseo los frutos espirituales.
Sirvo mejor a Dios.
Puedo amar y obedecer a mis padres. Y por último amo a mi prójimo.
Queridos amigos y hermanos, muchos han tenido la idea de que el nacimiento espiritual proviene de Dios, pero que el crecimiento espiritual es su responsabilidad. Piensan que no se puede alcanzar la medida que se ha establecido. Sin embargo debemos recordar que Dios dice lo siguiente en su Palabra: “hasta que todos lleguemos… a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” (Ef. 4:43). La pregunta ahora es ¿cómo llegar a crecer a la estatura de Cristo? Queridos hermanos esto solamente lo podremos lograr permaneciendo en Cristo, por eso El nos dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros… porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan.15:4,5).
Para crecer espiritualmente hay que comer el maná celestial; es decir, debemos comer el pan de vida y beber del agua de vida que es Cristo Jesús. Esto tiene que hacerse continuamente, todos los días, a cada momento. Leamos juntos las palabras de Jesús que se encuentran en Juan. 6:48-51; 6:53-56; 4:10, 13-14. ¡Oh qué maravillosa promesa nos hace nuestro amante Salvador!
Por lo tanto, el crecimiento en la gracia depende de nuestra unión con Cristo de la siguiente manera:
1. Cada uno debe aceptarle como su Salvador personal. ¿Cuántos quieren aceptarle hoy?
2. En segundo lugar debemos estudiar y meditar en su Santa Palabra. ¿Quieres estudiar y meditar en la palabra de Dios? Yo creo que sí. Para muchos niños la lectura de la Biblia resulta difícil y aburrida, porque no la entendemos o no queremos estudiarla. Necesitamos la ayuda de nuestros padres y hermanos de la fe para poder comprender lo que ella contiene.
3. Un tercer elemento importante en el crecimiento espiritual es la oración. Aprendamos a conversar con El a través de la oración diaria, pidámosle Su gracia salvadora; es decir, su poder, su ayuda y su presencia para crecer y servirle hasta llegar al reino de los cielos.
Ilustración:
Un día, el sol estaba muy caliente, cuando Pedrito ayudaba a su papá a arrancar la hierba mala del jardín. – “Vamos a descasar por un rato debajo del árbol de roble, hace más fresco allí”, dijo el papá.
La mamá les llevó un vaso con agua a cada uno. El agua sabía muy bien, mientras pasaba a través de la garganta de Pedrito. El miró hacia arriba, y vio las frondosas ramas del árbol que los protegía del sol.
Y entonces el papá le pregunto – ¿Sabes que la Biblia dice, que nosotros podemos ser como los árboles?
– Ayer dijiste que nuestros corazones son como un jardín – dijo Pedrito sonriendo, y preguntó – ¿Ahora dices que podemos ser como los árboles?
“Pedrito, los árboles necesitan agua exactamente como nosotros – le dijo el papá – para que puedan crecer con muchas ramas y puedan también dar muchos frutos”.- Y siguieron trabajando juntos.
De igual forma nosotros no podemos vivir sin agua y menos sin el agua de vida que es Cristo Jesús. Si El habita en nuestro corazón seguramente podremos alcanzar la estatura semejante a la de Jesús.
III. Llamado:
Quiero en este momento invitarte a venir a nuestro amigo Jesús para que experimentes hoy Su gracia salvadora en tu vida. Quiero invitarte a crecer con Jesús, dirigidos por El hasta que aparezca en las nubes de los cielos y estemos con nuestro Padre Amante por toda la eternidad.
¿Quieres venir y recibir la bendición de parte de Jesús?
(Oración por el niño predicador, el pastor o un anciano de la consagración).
¡Dios les bendiga a todos!