En la introducción de su libro titulado El Llamado de la Mujer a la Oración, Elizabeth George dice lo siguiente: “Toda mujer que ama al Señor desea orar. La oración es la actividad más sublime que es capaz de realizar el espíritu humano. A través de la oración adoras a Dios, honras el carácter de Dios, llevas tus necesidades ante Él y disfrutas a plenitud de uno de los privilegios que tienes como su hija; la comunión con el Dios del universo. Querida, si todo es verdad, ¿Por qué no habrías de orar?
Cuando leí este pasaje sentí mucha tristeza en mi corazón, porque tuve una madre que fue una mujer de CONSTANTE oración. Sí, mi madre oraba constantemente, día y noche, en su habitación, en la cocina, en sus caminatas para visitar a sus amistades o clientas, en las salas de espera de los hospitales o médicos, en la iglesia, en todo lugar. Aunque crecí con ese ejemplo frente a mis ojos, no he podido llegar a desarrollar una constancia en la oración como la de mi madre. No tengo temor de admitirlo, porque de lo contrario estaría mintiendo. Creo en la oración, me gusta orar, he visto en mi vida los resultados de la oración, sin embargo, hay momentos en los que dejo que la tristeza y el temor lleguen primero a mi mente que la opción de orar por aquello que me asusta. Es allí donde quisiera que lo primero que se viniera a mi mente sea orar.
Doy gracias a Dios que cuando esas situaciones difíciles se me han presentado y de primera instancia he dado paso al temor y no a la oración, el Señor me ha hablado recordándome que para él todo es posible y que eso que me angustia o entristece, solamente tengo que consultarlo con Él en oración y esperar pacientemente su respuesta. He sido testigo de las respuestas inmediatas a mis oraciones, y también he visto la forma como Dios toma mis pedidos y los coloca en “Espera” para que yo pueda prepararme para ver lo que Él hará.
Si has sentido que en ocasiones tiendes a desesperarte y a olvidarte de que la oración es el camino, hoy quiero animarte y decirte que yo también he pasado por lo mismo. Es de humanos sentir que lo que pedimos en oración tal vez no suceda, y a eso no le llamemos desconfianza, solamente que en nuestra naturaleza humana pecaminosa no sabemos la forma como Dios obrará y eso nos tiende a preocupar, pero si puedes recordar que el alivio a nuestras preocupaciones y ansiedades está a la distancia de una oración entonces estaremos preparadas para dejar a un lado el temor y seguir confiando en la oración.