“Para comprender lo que es en verdad el matrimonio, se requiere toda una vida. Los que se casan ingresan en una escuela en la cual no acabarán nunca sus estudios” (HC90). Tengo que confesar que cuando leí esta declaración hace muchos años atrás, no comprendí la profundidad del contenido en su totalidad. Todos los enamorados vamos al matrimonio con un ideal en mente que luego se convierte en realidad al comenzar la vida real una vez terminado el romance de los primeros meses. Por regla general cuando el ideal y la realidad no logran estabilizarse las parejas pueden llegar a experimentar desilusión y descontento. Es justamente en esa etapa cuando se descubren defectos o situaciones que incomodan y hasta se puede llegar a pensar que tal vez no están tan enamorados como pensaban.
Sin embargo, la vida matrimonial como lo declara la cita antes mencionada es una escuela y se requiere toda una vida de relación para comprender el gran misterio del amor matrimonial. Recientemente mi esposo y yo cumplimos 45 años de casados. Alguien que nos llamó por teléfono para felicitarnos cuando se enteró del número de años de casados que tenemos comentó lo siguiente: “ese número es más fácil decirlo que vivirlo”. Al terminar la llamada telefónica comencé a hacer un recuento de todos esos años para identificar lo que hemos vivido juntos. A continuación quiero compartir con ustedes mis reflexiones al respecto.
He vivido 45 años junto al hombre que Dios me puso en el camino de la vida y durante todos esos años:
♥ He experimentado la alegría de sentirme amada, valorada, y respetada.
♥ He disfrutado la bendición de su compañía en los momentos buenos y malos.
♥ He sido ministrada en mi vida espiritual por su ministerio y sus oraciones en mi favor así como en favor de nuestros hijos.
♥ He descubierto que a pesar de nuestras diferencias de carácter, nuestra vida matrimonial ha sido feliz y armoniosa.
♥ He experimentado junto a él, el consuelo y apoyo que todos deseamos cuando la vida nos golpea y nos hace sufrir.
♥ He escuchado el consejo sabio y la palabra oportuna en los momentos de confusión y desconcierto.
♥ He disfrutado de los mimos y demostraciones de cariño espontáneos sin esperar nada a cambio.
♥ He comprobado el espíritu de sacrificio de mi esposo al proveer para nosotros no solamente lo que necesitamos, sino mucho más
♥ He sentido su presencia en el lecho de la enfermedad y he visto sus lágrimas emotivas en momentos de preocupación pero también de alegría.
♥ He comprobado que la humildad para reconocer nuestros errores ha sido el camino más eficaz para traernos de vuelta a la reconciliación.
♥ Por todo esto y mucho más he llegado a la conclusión de que Dios me dio un inmenso regalo de amor que debo cuidar hasta que la muerte nos separe.
Agradezco a Dios por permitirme la inscripción en esta escuela del amor matrimonial y espero vivir junto a mi esposo la tan añorada promesa de estar juntos en la escuela celestial donde estudiaremos bajo la dirección de Jesús el maravilloso plan de salvación preparado para nosotros.