Mirando un video donde se hizo una entrevista a la conocida conferenciante Jennifer Rothschild vinieron a mi mente varios pensamientos que quiero compartir con ustedes. Jennifer perdió su visión a los 15 años de edad. Según ella relata fue una experiencia dolorosa para una adolescente, pero pudo enfrentarla y superarla gracias al apoyo de sus padres cristianos. Desde que escuché la interesante historia de Jennifer y al verla tan hermosa (porque en realidad es una mujer físicamente hermosa) he seguido muy de cerca su ministerio y su vida. Al verla nadie podría imaginar que es ciega, porque sus movimientos, su seguridad en todo momento no revelan su incapacidad para ver. Sin embargo, lo más hermoso de Jennifer es su seguridad del amor de Dios y su constante testimonio de fe y esperanza.
Entre las preguntas que le hicieron en la entrevista le abordaron el tema de si ella se sentía resentida con Dios por lo sucedido a lo que Jennifer contestó que nunca podría estar resentida porque Dios nos permite pasar por ciertas situaciones para enseñarnos y para darnos otras bendiciones que nunca imaginamos. ¡Qué gran convicción del amor de Dios! He escuchado a muchas personas quejarse por su suerte en la vida. Los he escuchado renegar ante una enfermedad, ante la pérdida de un ser querido, ante las tragedias o dificultades de la vida cuando se pierde un trabajo, un negocio fracasa, o una relación se rompe inesperadamente. Todas estas pérdidas ocasionan en nosotros gran descontento, tristeza y dolor, pero hoy entendí que lo que se pierde nunca es más valioso que lo que se gana. Todo depende de la relación que tengamos con Dios y de nuestra convicción de que “a los que a Dios aman todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
Necesitamos aprender a convertir nuestras pérdidas en ganancias. A vivir por fe sabiendo que detrás de toda pérdida hay algo bueno que nos espera si colocamos nuestra fe y confianza en Dios. Jennifer tiene una vida fructífera y victoriosa porque ha entendido que Dios es todo para ella y que aunque no puede ver con sus ojos físicos, con los ojos del espíritu vive una estrecha relación con Jesús. Seguramente todavía habrán muchas lecciones que ella al igual que nosotros tendremos que descubrir para llegar a la verdad de Dios, pero mientras eso sucede y seguimos avanzando en la vida cristiana, convirtamos nuestras pérdidas en ganancias al caminar por fe con Jesús.