Nuestro cuerpo se forma con el alimento que ingerimos. En los tejidos del cuerpo se realiza de continuo un proceso de reparación, pues el funcionamiento de los órganos acarrea desgaste y éste debe ser reparado por el alimento. Cada órgano del cuerpo exige nutrición.
El cerebro debe recibir la suya; y lo mismo sucede con los huesos, los músculos y los nervios. Es una operación maravillosa la que transforma el alimento en sangre y aprovecha esta sangre para la reconstitución de las diversas partes del cuerpo; pero esta operación, que prosigue de continuo, suministra vida y fuerza a cada nervio, músculo y órgano (El Ministerio de Curación, pág. 227). 355
La preparación del alimento debiera ser tan sencilla que no absorba todo el tiempo de la madre. Es cierto que debe tenerse cuidado de presentar en la mesa alimento sano y atractivo. No penséis que cualquier cosa que pueda reunirse descuidadamente como alimento es bastante buena para los niños. Debéis dedicar menos tiempo a la preparación de alimentos malsanos, para agradar al paladar pervertido, y más tiempo a la educación y preparación de los niños. Dedicad la energía que ahora usáis en planes innecesarios referentes a la comida, la bebida y el vestido, a mantener sus personas aseadas y su ropa limpia. (Consejo sobre Régimen Alimenticio 349)
Es un pecado poner alimento pobremente preparado sobre la mesa, porque el comer concierne al bienestar de todo el organismo. El Señor desea que su pueblo aprecie la necesidad de cocinar los alimentos de tal manera que no agríen el estómago, y en consecuencia agrien el temperamento. Recordemos que hay religión práctica en un buen pan. (Consejo sobre Régimen Alimenticio 368)