Siempre que leo el libro de Proverbios encuentro tantos consejos sabios que quisiera poder grabarlos en mi memoria para practicarlos y compartirlos en los momentos más necesarios. Con razón dice Salomón al inicio de su libro que esos consejos nos ayudarán a “adquirir sabiduría y disciplina; a discernir palabras de inteligencia; a recibir corrección y para dar sagacidad y conocimiento a los inexpertos”. Definitivamente este hombre que fuera identificado como el más sabio de todos los sabios, con el correr de los años aprendió lo que verdaderamente es importante en la vida.Muchos de los proverbios tratan acerca de la sabiduría y su importancia para la vida. Otros hacen referencia a lo beneficioso que es para el ser humano seguir el consejo de sus padres y de las personas que han alcanzado sabiduría, pero hay infinidad de referencias y advertencias para los insensatos, necios e indolentes que no quieren escuchar el consejo. Sin embargo, de todos los consejos que allí se mencionan los que hacen referencia a la mujer me llaman poderosamente la atención. Algunos de ellos hablan de “la mujer bondadosa que se gana el respeto; la mujer ejemplar que es corona de su esposo; la mujer sabia que edifica su casa; la esposa inteligente que es un don de Dios…” También Salomón habla a la mujer engañadora; a la mujer pendenciera; a la mujer chismosa; a la mujer rencillosa; a la mujer bella pero insensata, y a la mujer necia. Para cada uno de estos tipos de mujer hay un consejo sabio y una gran advertencia.
Ya para finalizar el libro hay un acróstico a la mujer ejemplar que utiliza diversos adjetivos para identificarla: la mujer ejemplar es más valiosa que las piedras preciosas; es fuente de bien, no de mal; trabaja con gusto con sus manos; se levanta de madrugada para cumplir con sus obligaciones; calcula el manejo de las finanzas de su hogar; es misericordiosa y bondadosa con los necesitados; cuida de su esposo, de sus hijos y de ella misma; habla con sabiduría y tiene el control de todas las cosas en su hogar. Esta descripción encaja muy bien con la expresión que he escuchado en algunos países latinos: ¡Esa es un mujerón; una super mujer!
Personalmente creo que todas esas referencias no son otra cosa sino el espejo, o ideal al que una mujer cristiana debe aspirar. Hemos sido creadas por un Dios maravilloso que espera de nosotras lo máximo. En los almacenes del cielo hay suficiente provisión de valor, fortaleza y esperanza de la cual podemos echar mano para llegar a ser esa mujer que Dios desea.
¿Te has preguntado por qué ese tipo de mujer es comparada con las piedras preciosas? Las piedras preciosas tienen un valor incalculable y los que las poseen las cuidan y conservan porque no quieren perderlas. Yo quiero ser esa piedra preciosa para Dios, para mi esposo, para mis hijos, para mis nietos, para mis amigas y para toda persona que se cruce en mi camino o que necesite algo de mí. Te pregunto: ¿deseas lo mismo que yo? Si es así, vamos a tomar los consejos de Salomón y a practicarlos con fe y oración porque los resultados serán maravillosos.