1. El pastor sólo es un hombre. Fallará. Tomará decisiones equivocadas. Volverá la vista atrás y se preguntará cómo podría haber hecho las cosas de otra manera.
2. Es su esposo. Así que cuando hables de él, de sus fallas y errores, la hieres. No porque ella piense que él es perfecto, sino porque lo ama y porque sabe cuánto lo lastima el hecho de que no siempre pastorea bien.
3. Sus hijos pueden ser maravillosos o insoportables – como los tuyos. Así que, por favor, cuando sean insoportables ¿podrías darle un abrazo en lugar de señalar constantemente lo molestos que son?
4. No es perfecta, y no se acerca a eso. Cada vez que tu o alguien más hace un comentario sobre lo bien que maneja todas las cosas o lo mucho que hace, no la hace sentir mejor… la hace sentir cansada.
5. Ella no tiene todas las respuestas. De verdad, en un día cualquiera, puede que no tenga NINGUNA respuesta. También hace las mismas preguntas que tú sobre por qué las cosas pasan y cómo lidiar con ellas.
6. Tus abrazos, cartas y palabras de aliento son realmente manzanas doradas en su vida (Proverbios 25:11).
7. Cuando le dices a su esposo el buen trabajo que está haciendo ¡le haces el día a ella!
8. Cada vez que te ofreces para cuidar a los niños, o cocinas un pastel para una familia enferma, o te presentas con un visitante, eres un recordatorio de que no está sola para servir a otros. (Porque algunas veces puede sentir lástima por ella misma y pensar que todo lo tiene que hacer ella.)
9. ¡Es accesible! Invítala a ir de compras, o ir a comer, o que vaya contigo a algún sitio, sólo acércate a ella.
10. Es sólo una mujer… como tú.
Teri Lynne Underwood