Durante los años en los cuales ejercí mi trabajo de orientación y capacitación tuve la oportunidad de entrevistarme con un número significativo de mujeres que al exponerme sus problemas matrimoniales en algún momento de la conversación el aspecto de la relación sexual con la pareja salía a relucir como algo sin atractivo y de poco interés. Más de una mujer expresó que el acto sexual era una “obligación que Dios nos impuso” como castigo por la desobediencia. Por supuesto no faltaron aquellas que declaraban que a ellas “eso no les hace falta” y si no tuvieran la obligación “no lo harían”.
¿A qué se debe tanta indiferencia, aversión y rechazo a algo tan maravilloso que Dios nos regaló desde nuestra creación? ¿Por qué muchas mujeres manifiestan amar a sus esposos, pero si no tuvieran que tener relaciones sexuales serían más felices? ¿Por qué no podemos vivir como buenos amigos, en paz, sin reclamos por ese aspecto que para ellos pareciera “ser el centro de su vida”- sostienen muchas de ellas?
Bien, creo que para tratar este tema necesitaremos analizar varios aspectos que están involucrados en la sexualidad. Vamos primero a colocarle al tema la base bíblica sobre la cual se origina para que podamos tener una comprensión más completa. De paso, quiero aclarar que en todo momento estoy asumiendo que existe entre ustedes y mi persona un nivel de madurez que nos permite tratar el tema dejando a un lado la parte que pudiera ser morbosa, denigrante o pervertida, porque lastimosamente al hablar de sexualidad esos elementos saltan de inmediato y se puede entrar en un terreno peligroso.
CREADOS CON IDENTIDAD SEXUAL
En el relato de la creación encontramos la primera referencia que deseo analizar con ustedes. Allí leemos lo siguiente: “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla…” Partiendo de este punto podemos establecer el primer postulado sobre la sexualidad humana; “Dios nos creó como seres con una identidad o diferenciación sexual”. A esto lo podríamos llamar como nuestra genitalidad o sea, tanto el hombre como la mujer tienen órganos sexuales diferentes desde la creación. Sin embargo, esto no representa totalmente nuestra sexualidad, sólo establece que el hombre y la mujer son diferentes.
Para algunas personas cristianas o no creyentes, les resulta un tanto difícil imaginarse ese momento de la creación donde Dios CON SUS MANOS, a diferencia de todo lo anteriormente creado, hace al hombre de un poco de barro. Forma las extremidades superiores, las inferiores, la cabeza con todas sus partes, baja para formar la cintura escapular y cuando sigue un poco más abajo hacia la zona donde están los genitales hasta allí se imaginan las manos de Dios trabajando. Quizá piensan que sopló y aparecieron los genitales de Adán, o quién sabe cómo lo piensan, pero claramente podemos decir sin ningún vestigio de profanación que las manos maravillosas de Dios dieron forma a esa parte tan importante del cuerpo humano de un hombre y de una mujer. Tanto en la creación de Adán como en la de Eva Dios intervino y seguramente por esa razón el órgano masculino y el femenino encajan tan perfectamente bien. DIOS NUNCA SE EQUIVOCA, todo lo hace perfecto y con un propósito definido.
UNA IDEA EQUIVOCADA
Existen alrededor de la actividad sexual humana muchas teorías, supuestos, creencias, hasta mitos que pueden confundir y desvirtuar este regalo que Dios nos dio. Quiero aclarar que la creación del ser humano fue en su totalidad una obra maestra porque todos nuestros sistemas internos trabajan armoniosamente y con funciones muy definidas. Piensa en lo maravilloso del sistema respiratorio, del sistema circulatorio, del cerebro con todas sus complejas funciones, las glándulas, las hormonas, en fin que no hay nada que Dios no haya tomado en consideración para nuestro bienestar. De igual forma nos dotó con un sistema reproductor que tiene la función que su nombre lo indica, permitir la reproducción de seres humanos semejantes a nosotros.
Aquí es donde surgen muchas interrogantes. Hay quienes afirman que Dios creó nuestros genitales, pero que fue después del pecado cuando su función comenzó. Otros afirman que Dios creó los genitales con la única función de ser usados para la procreación de manera que toda otra actividad relacionada con el sexo es resultado del pecado. No falta quien afirme que la primera relación sexual se realizó entre Eva y la serpiente y así escuchamos muchas ideas erróneas al respecto. Notemos por un momento lo que la Biblia dice: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser. En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza. (Génesis 2: 24,25). La expresión “un solo ser”, que en otras versiones aparece como “una sola carne” alude a la unión inseparable de la pareja que se consume en la relación sexual (Mateo 19:5; Efesios 5:31).
No hay respaldo bíblico para estas posturas sobre la relación sexual, pero sí tenemos en la Biblia otras referencias que confirman la bendición de este regalo que lejos de ser una “imposición” o “castigo” es una bendición cuando lo comprendemos a cabalidad. Seguiremos compartiendo este tema en otros artículos futuros. Si deseas puedes escribirme a mi correo electrónico con tus preguntas o ideas al respecto. Tu mensaje será totalmente confidencial y trataré de contestar hasta donde mis capacidades me lo permitan las preguntas que surjan. También podremos usar la ayuda de nuestros médicos para aclarar asuntos que pudieran ser de su especialidad.
Espero tus comentarios y hasta la próxima.
Evelyn O.