Las amas de casa no marcamos tarjeta ni rendimos cuenta de cuán productivo o no fue nuestro trabajo, ni siquiera de cómo aprovechamos o desperdiciamos nuestro día. Usted, señora, sepa que esta aparente ventaja es como un arma de doble filo.
Parece gratificante hacer lo que se quiere cuando se quiere, pero el humor cambia cuando advertimos cómo “creció” la pila de ropa para lavar y la otra para planchar, y cómo impera el desorden en cualquiera de los cuatro puntos cardinales hacia donde dirijimos nuestra angustiosa mirada hasta que, finalmente, envueltas en ese torbellino, nos damos por vencidas y … que se lo que Dios quiera. Si no es hoy será mañana … o nunca.
Nosotras no somos así, ¡por supuesto! Pero podemos mejorar nuestro estilo de vida a partir de nuestro tiempo. Hace unos días llegó a mis manos una guía para el ama de casa, un librito escrito por una mujer que se dedica a las tareas de su hogar.
Tiene tres niños pequeños, dos son mellizos; ¿sabe lo que eso significa? Dirige seminarios para las amas de casa, ¡y se da el lujo de descansar dos días cada semana! Se llama Yara Cerna Young. Es norteamericana, su sociedad ofrece ventajas que nosotros no tenemos. Pero aunque ella esté allá y nosotras acá, todas disponemos de 24 horas cada día. Los niños son inquietos y revoltosos en cualquier latitud del mundo. Toda la familia se quiere bañar y cambiar, comer, descansar y pasear, vivan en el hemisferio norte o sur. De modo que podemos sentirnos identificados en muchos sentidos con la experiencia y los consejos de Yara.
El postulado más importante es: planifique. Es un peligro dejar las tareas libradas a la “inspiración” del momento, porque el reloj seguirá andando aunque la “inspiración” no llegue, y le ganará la partida. Su familia merece una esposa y madre que sabe cómo y cuándo hacer lo que se debe hacer.
No olvide, sobre todo, que usted es el espejo en el que se miran sus hijos pequeños y adolescentes. Su ejemplo los marcará por el resto de sus vidas. Sus hogares serán un reflejo del suyo. ¿Ha pensado alguna vez que el buen manejo de la casa significa salud para la familia, educación para los hijos y sentido de dignidad y sano orgullo para nosotras mismas, además de ser el reflejo exterior de nuestro orden o confusión interior?
Si no nacimos con un paño para quitar el polvo en una mano y una escoba en la otra, lo mejor que podemos hacer es ingeniarnos a fin de que nos sobre tiempo para lo que nos gusta más. Y la única manera de lograrlo sin que nadie sufra es planificar nuestro trabajo de modo tal que hagamos más en menos tiempo. ¿Se puede? ¡Sí, se puede!
Un plan: siempre debe ser flexible; nos devolverá la sensación de seguridad y tranquilidad que nuestros nervios necesitan. Ya no temeremos los “momentos de crisis” ¡esas visitas inesperadas! que nos obligan a pasar sobre la casa como un tornado tratando de poner orden o, mejor dicho, de disimular el desorden.
Ahorrará mucho tiempo si tiene días fijos para las tareas impostergables: el lavado de ropa, el planchado, las compras, etc. No necesitará ocupar tiempo en pensar lo que va a hacer. Ya está en su plan.
Comience bien su día añadiendo calidad a su cantidad de tiempo. Si no pasó la noche en vela, levántese mientras el resto de la familia duerme, y regálese el placer de dedicar una hora para usted, para cultivar su vida espiritual e intelectual. Es la única manera de estar segura de que nada ni nadie le robará ese refrigerio personal, tan importante para que no se sienta una máquina de hacer cosas. Las amas de casa lo necesitamos y lo merecemos.