diamondCuenta una historia que un peregrino  hindú se quedó a pasar la noche debajo de un árbol en un bosque cercano al pueblo. En lo más profundo de las tinieblas, porque era una noche cerrada sin luna ni estrellas, oyó que alguien le gritaba:
– ¡La piedra! ¡La piedra! Dame la piedra preciosa, peregrino.
El hombre se levantó, se acercó al hombre que le gritaba y le dijo: ¿Qué piedra quieres hermano?
– La noche pasada – le dijo el hombre con voz agitada, tuve un sueño en el que el Señor me dijo que si venía aquí esta noche encontraría a un peregrino que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.
El peregrino hurgó en su bolsa y le dio la piedra diciendo: “la encontré en un bosque cerca del río. Puedes quedarte con ella.
El desconocido agarró la piedra y se marchó a su casa. Al llegar, abrió su mano, contempló la piedra y vio que era un enorme diamante. Durante toda la noche no pudo dormir de la emoción. Daba vueltas y vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Se levantó con el alba, volvió al lugar donde había dejado al peregrino y le dijo:
– Dame, por favor, la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de un diamante.
Moraleja:
La verdadera riqueza no consiste en amontonar cosas, sino en saberse desprender de ellas. En momentos en que impera la cultura del tener, el aparentar y el consumir y se presenta el egoísmo como un valor fundamental, debemos cultivar el valor del desprendimiento y de la generosidad.