Cuando en la Biblia leemos el plan original para el matrimonio, no podemos dudar de que Dios deseaba que esa unión produjera felicidad en la pareja. Ubicados en un hermoso jardín, lleno del verdor y la fragancia de las flores y los hermosos frutos de los árboles, la nueva pareja tenía todo lo necesario para iniciar una relación matrimonial exitosa.
La ceremonia matrimonial fue culminada con un mandato que implicaba tres principios básicos para la felicidad conyuga: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Génesis 2:24
- Por tanto dejará – implica que los contrayentes deben cortar el cordón umbilical con la familia nuclear y comenzar una nueva vida juntos.
- Se unirá – un principio que sugiere estar estrechamente juntos, sin que nada se interponga entre ambos.
- Serán una sola carne – infiere que ambos serán el uno para el otro, en estrecha relación afectiva y física.
Lamentablemente el pecado cambió el plan original y muchas de las parejas que se unen en matrimonio en lugar de disfrutar de esa felicidad lo que experimentan es sufrimientos, amargura y tristeza. Sin embargo, todo no está perdido. El mismo que creó el matrimonio puede ayudar a los que están en problemas para que recuperen su felicidad.
Cinco elementos que ayudan a edificar un buen matrimonio
- La Honestidad – ¿Es usted honesto/a con su pareja? ¿Guardan ustedes secretos uno para el otro por temor a las reacciones que se pueden producir? ¿Hablan o se quejan de asuntos que les incomodan y luego no desean que el cónyuge se entere que han compartido esa información con terceros? Esta falta de integridad en la comunicación matrimonial produce distanciamiento y no permite que se puedan enfrentar los problemas que pudiera estar afectando la relación. Si usted tiene una situación que está dañando su matrimonio, necesita estar dispuesto a enfrentarla con honestidad, respeto y espíritu cristiano. De esa forma podrá encontrar una solución adecuada.
- La Confianza – Las acciones son las demostraciones que nutren y fortalecen la confianza. Si las acciones de los cónyuges producen seguridad en la relación, hay todas las posibilidades de que cuando surja algún conflicto (porque siempre los habrá) la relación matrimonial no se deteriore. Con frecuencia los celos, las mentiras y otras acciones inconsistentes debilitan la confianza y desde ese punto en adelante la pareja comienza a distanciarse. Afortunadamente un cambio en la conducta, unida a un espíritu de arrepentimiento y humildad son ingredientes vitales que ayudan a restaurar y recuperar la confianza.
- La Exclusividad – Tanto para el hombre como para la mujer la certeza de que la totalidad de los afectos de su pareja son enteramente suyos, es algo muy necesario. Al casarse la pareja por separado hace un voto en el que se comprometen a ser exclusivamente el uno para el otro sin importar las condiciones (salud, enfermedad, pobreza, riqueza, etc.). Cuando alguno de los dos pierde ese sentido de exclusividad en la vida del otro, es necesario hacer un alto y buscar la ayuda necesaria para resolver cualquier inconveniente que esto haya ocasionado.
- La Vulnerabilidad – La primera pareja no supieron aceptar su vulnerabilidad. Dios les advirtió lo que no debían hacer, y sin embargo, creyeron poder mantenerse alejados de problemas. La confianza en sí mismo es un mal consejero, a menos que dicha confianza esté estrechamente ligada a Dios. Ellos tuvieron que sufrir en carne propia los resultados de su equivocación, y nosotros todavía los estamos enfrentando.
- La Intimidad – Esto abarca no solamente la relación sexual, sino todo aquello que permita que una pareja pueda comprender sus más caros deseos, ideales, debilidades, reacciones y todo lo que concierne al ser amado. Es necesario que los cónyuges se conozcan para que puedan ser “la ayuda idónea” que el Señor ideó desde el principio.
Luego de analizar estos elementos que ayudan a construir un buen matrimonio es recomendable tomar en consideración que la buena comunicación, la forma adecuada de manejar los conflictos y el buen humor son herramientas que sirven para arreglar lo que está afectado. En ocasiones será necesario buscar ayuda profesional para ser instruidos en la forma correcta de actuar, sin dejar de lado algo que dará muy buenos resultados; LA ORACIÓN SINCERA Y FRECUENTE.