“Al rey en su trono no incumbe una obra superior a la de la madre. Ella es la reina de su familia. A ella le toca modelar el carácter de sus hijos, a fin de que sean idóneos para la vida superior e inmortal. Un ángel no podría pedir una misión más elevada; porque mientras realiza esta obra, la madre está sirviendo a Dios” (Hogar Adventista, 206).
¿Has comprendido la magnitud del mensaje que se encuentra contenido en esta declaración? Vamos a hacer un análisis sencillo de la cita a la luz de nuestra vivencia personal. Me voy a tomar la libertad de comentar la cita desde mi perspectiva personal, pero eso no quiere decir que tienes que estar de acuerdo conmigo en todo, porque tal vez tu vivencia y experiencia es diferente de la mía. De todas formas creo que algo bueno podemos sacar para todas las madres.
Fíjate bien en el título que nos están dando; somos la reina del hogar. En esta tierra ya no existen muchos reinados, sin embargo en los países que todavía conservan a los reyes, la reina es muy admirada y tiene funciones muy específicas que cumplir. Entre las obligaciones que tiene la reina están: ser un símbolo de unidad nacional, hablar al pueblo en ocasiones especiales, y dar buenas sugerencias y consejos sabios al rey. Al ser consideradas reinas nos están ubicando en una posición muy privilegiada que tiene responsabilidades muy particulares.
Miremos esas responsabilidades a la luz del “reinado” que tenemos ahora:
1. Eres una figura representativa de tu hogar – Definitivamente nosotras representamos nuestro hogar. ¡Cuánta responsabilidad hay en esto! Tenemos muchas obligaciones que cumplir, y con frecuencia nos olvidamos de que en la forma como cumplimos con todas ellas estamos representando nuestro hogar. Lo que hacemos en casa no debemos tomarlo como algo servil y rutinario, sino como una tarea majestuoso digna de toda una reina que quiere que su hogar sea bien representando.
2. Tienes un dominio – Todas las reinas tienen un palacio, y un país sobre el cual reinar. Tú también tienes tu dominio. Ese dominio es tu casa. Allí tú gobiernas y debes ejercer ese gobierno con amor, paciencia, y mucha dedicación.
3. Tienes una tarea – La gran tarea de tu reinado es de una magnitud incalculable. La declaración dice que tienes que modelar el carácter de tus hijos y prepararlos para esta tierra y para el mundo venidero. Eso significa que debes inspirar, orientar, enseñar, y usar toda oportunidad posible para hacer que el carácter de tus hijos sea bien formado. Para cumplir esta tarea necesitarás poner en uso tus dones personales y tus buenas cualidades tales como la bondad, la alegría, la comprensión, y todo lo que te sirva para dejar en la vida de tus hijos una huella poderosa para el bien y no para el mal.
4. Tienes un tiempo limitado – En la tierra los reinados parecen ser vitalicios, pero llega un momento en el cual la muerte cesa las funciones de algún miembro de la familia real y hasta allí llegó su tiempo. Tú también tienes un tiempo limitado para cumplir con tu reinado. Si lo tomas desde el punto de vista del trabajo que tienes que hacer para la formación del carácter de tus hijos tienes que considerar que los primeros años de la vida de un niño son fundamentales para guiarlo por el buen camino, y dotarlo de lo necesario para que aprenda a tomar buenas decisiones en la vida. Sin embargo, hay que considerar que llegará el momento cuando esos hijos seguirán su propio camino y tu influencia ya no será tan determinante como cuando eran chicos. Es de allí en adelante donde nosotras como madres debemos orar más por nuestros hijos de manera que aquello que le enseñamos cuando eran pequeños pueda volver a sus mentes, y sepan valorar y practicar los consejos y enseñanzas que les dimos en la niñez.
5. Tu papel como reina es insustituible – Si leíste cuidadosamente la declaración al comienzo de este artículo habrás notado que dice que un ángel no podría pedir una misión más elevada. Definitivamente el papel de la madre en el hogar no puede ser sustituido por nadie. Hoy día hay un número considerable de mujeres que han dejado su lugar en el hogar y están incorporadas a la vida pública realizando trabajos diversos con los cuales logran aportar a la economía de sus hogares. Algunas son el único sustento financiero del hogar ya sea porque son madres solteras, o porque su cónyuge no tiene un trabajo fijo. A pesar de esta situación la madre siempre tiene que llegar a la casa para atender a sus hijos y el hogar.
Es posible que algunas mujeres pueden contar con personas que les ayudan con las tareas del hogar, y con el cuidado de los niños, pero nadie podrá hacer mejor trabajo que la propia madre. Tus hijos esperan el mejor consejo de ti, y desean escuchar de tus labios las palabras de ánimo y consuelo que necesitan. Muchos pueden aconsejarlos, pero ellos te quieren escuchar a tí. Nada puede ser más importante para ti que cultivar una relación estrecha y de amor con tus hijos. Recuerda que esa tarea aunque la pudieran hacer los ángeles mejor que tú, es a ti a quien Dios le ha dado la oportunidad y la responsabilidad, por lo tanto; eres insustituible. Sería muy triste que al final de tus días y al mirar retrospectivamente tu labor de madre, sintieras que fuiste una luz en la calle y oscuridad en tu casa.
6. Necesitas prepararte para el reinado – Todas las reinas dedican tiempo a conocer la mejor forma de servirle a su pueblo. Tú también necesitas dedicarte un tiempo para tu formación personal y espiritual. No pienses que las funciones hogareñas es todo lo que necesitas aprender. Hay un universo de conocimiento que aguarda por ti y debes planificar para que tengas tiempo para leer, estudiar y prepararte mejor. Tus hijos deben sentirse orgullosos de su reina, así que hazlo por ti y por ellos.
7. Eres llamada a aconsejar – Finalmente quiero que hablemos de una de las funciones de la reina que es muy importante. En el protocolo real se espera que la reina esté habilitada para dar buenos consejos y sugerencias al rey. Esto implica que necesitas ser guiada por Dios como la mujer de Proverbios 31 que habla con prudencia y es una honra para su marido. La mujer que no dedica tiempo para cultivar su intelecto y para establecer una relación estrecha con Dios se convierte en insensata y por consiguiente su consejo es falto de sabiduría. Nuestra responsabilidad no está en decirle al esposo lo que debe o no debe hacer, sino en dar el consejo oportuno, con las palabras correctas, y en el momento oportuno. Esto habrá de contribuir al bienestar de todos en nuestro reinado y estaremos cumpliendo la función principal para la cual fuimos creadas desde el principio; “ser una ayuda idónea para el esposo”.
Como puedes ver querida amiga, tu reinado es muy especial. Los ojos del mundo están sobre ti, y aunque te parezca que nadie mira tu obra, te puedo asegurar que no es así. El cielo te ve como una reina, y tus hijos son tus súbditos. Ejerce tu reinado con un espíritu alegre sabiendo que Dios está contigo. Él es tu rey verdadero que ha prometido darte el gozo de salvar a tus hijos y de ayudarte en la gran tarea que tienes ante tus ojos. Un día ese Rey le dará la corona, (que ahora no tienes aunque eres una reina) a tus hijos y ellos te coronarán dando testimonio de que por tu ayuda y buen trabajo ellos llegaron a ser herederos del reino celestial.