En cierta ocasión una persona que estaba conversando conmigo me preguntó si me acostumbraba a estar todo el tiempo en mi casa ahora que estoy jubilada. Para muchas mujeres dedicarse totalmente a las labores del hogar les resulta aburrido, fatigoso y para algunas hasta estresante. En lo personal me siento tan feliz de estar en el hogar, que más bien siento que el tiempo de mi jubilación debió haber llegado antes.
Estoy segura que mi estilo de vida puede ser totalmente diferente del de muchas otras mujeres, pero he sentido el deseo de compartir con ustedes un poco de mis ideas sobre lo que significa ser una mujer que ama su hogar. Me siento feliz de poder mantener mi casa agradable, atrayente y relajante para los miembros de la familia y para las personas que nos visitan. Quiero que en mi hogar todos los que llegan sientan el calor que produce el amor y la amistad sincera. Quiero que se sientan BIENVENIDOS.
Es posible que alguna de ustedes sea recién casada y vive en un pequeño apartamento con espacio suficiente para ti y tu esposo. Tal vez otra vive en un hogar grande con espacios para todos, o en una vivienda humilde y sencilla. Quizá tienes piezas de arte de pintores famosos colgando de las paredes de tu sala, o simplemente tus cuadros son solo copias compradas en una tienda de segunda. Sin embargo, nada de esto será lo que distingue o le da valor a tu hogar. Es esa atmósfera de amor y de paz lo que hará que tanto tú como tu familia deseen cada día llegar a ese lugar que llaman NUESTRO HOGAR.
Una Gran Verdad
Aunque no lo creas tu hogar refleja tu personalidad. Si eres una persona detallista seguramente en tu hogar se ven detalles ubicados en diferentes lugares que reflejan tu gusto. Si eres organizada será muy fácil notarlo al minuto de entrar a tu hogar porque se ve que hay un lugar para cada cosa, y cada cosa está en su lugar. Si por el contrario eres una persona de temperamento suave, melancólico y apasible, seguro que los colores que tienes en las paredes y los adornos revelan esa parte de tu personalidad. De igual forma si eres una mujer que te sientes feliz, agradecida y alegre con tu esposo y tus hijos te aseguro que lo demuestras en la forma como cuidas y arreglas tu hogar. Si por el contrario tu vida está centrada en ti y tus compromisos no es de extrañar que el arreglo, orden y limpieza de tu hogar no sea tu mayor prioridad ni interés. No quiero decir con esto que tu hogar tiene que ser todo un desastre, pero cuando se entra a ciertos hogares es fácil reconocer el nivel de compromiso que tiene una mujer para hacer de su hogar un lugar en el que su familia se sienta amada y valorada.
En cierta ocasión visité una humilde vivienda en una barriada donde vivía una familia muy pobre. Observé que el piso de la casa era de tierra, pero me maravillé de verlo tan prolijamente barrido. Lo que había por camas eran hamacas colgadas, y en el pequeño espacio ubicado para la cocina estaban colgadas unas pocas ollas de aluminio relucientemente limpias y cinco vasos cubiertos con un paño limpio para evitar que las moscas pudieran llegar a ensuciarlos. Las viviendas alrededor estaban llenas de basura y escombros, pero me pude dar cuenta que la madre de esta humilde familia era una mujer que hacía lo mejor para demostrarle amor y valor a su familia. Entonces recordé una famosa declaración que mi padre me dijo en cierta ocasión: “Hija, hay mujeres que se las lleva a vivir a un palacio y lo vuelven una choza, pero hay mujeres que se las lleva a una choza y la convierten en un palacio”. Eso fue lo que vi aquel día; un humilde y hermoso palacio con piso de tierra y escaso mobiliario pero lleno de amor. Yo quiero que mi hogar sea ese palacio humilde y sencillo donde todos los que llegan puedan sentir la frescura del amor de Dios y el cariño que compartimos unos con otros.