Cuando decidí casarme con un pastor no sabía lo que me esperaba. Para mí era como hacer un
viaje hacia lo inesperado pero en compañía del hombre de quien estaba perdidamente
enamorada. Estar a su lado, compartir con él, sentir sus abrazos, sus caricias y su compañía era
todo lo que deseaba y esperaba. Sin embargo, no pasó mucho tiempo después de la boda que
comencé a descubrir que ya no lo tenía todo el tiempo a mi lado y que tenía que compartirlo
con otra, me refiero a la iglesia.
No fue fácil aceptar esa realidad porque yo había abandonado mi país, mi familia, mis
amistades y todo lo que había tenido durante toda mi vida de soltera y ahora estaba en otro
lugar, con otras personas, en otra cultura y SOLA la mayor parte del tiempo. En más de una
ocasión me pregunté si había hecho la decisión correcta, si había tomado un camino
equivocado y lo mejor era devolverme a mi tierra como lo hizo Orfa. Pero a través de todos los
años de ministerio el Señor me fue revelando su voluntad y lo que yo debía entender como mi
papel en el ministerio de mi esposo.
¿Qué es la soledad?
La soledad se define como el estado en el que se produce tristeza y melancolía por la ausencia,
muerte o pérdida de una persona o cosa. Es un sentimiento que nos invade cuando sentimos
que esa persona o cosa ya no está cerca de nosotros, que ya no podemos disfrutar ni compartir
juntos. Este es quizá el sentimiento del que más se ven afectadas las esposas de los pastores,
de los altos dignatarios políticos, embajadores y de las esposas de otros profesionales de los
que se requiere su ausencia del núcleo familiar con frecuencia como en el caso de los médicos.
Sin embargo, tal vez las esposas de pastores sean de todas esas damas las que más se ven
afectadas.
El Plan Original de Dios
Cuando Dios creó al hombre no lo hizo para que estuviera solo. La Biblia declara que el Señor
dijo: “No es bueno que el hombre esté solo…”Génesis 2:18. Por tal motivo Dios formó de la
costilla del hombre una mujer y cuando se la trajo ante su presencia la expresión de gozo que él
sintió fue quizá la más grande que había experimentado desde que fue creado. Dijo: “Esto es
ahora huesos de mis huesos y carne de mi carne”. Esto nos confirma que la soledad no estaba
en el plan original de Dios y tal vez por eso es que no nos conformamos sino que la aceptamos,
pero no con alegría.
A muchas esposas de pastores se les escucha con frecuencia expresiones tales como: “Siempre
estoy sola”; “Me siento muy sola”, y es que eso es justamente lo que sienten cuando el esposo
parte para cumplir la misión hacia un lugar distante, o cuando simplemente el esposo llega
todos los días en la noche a la casa, pero no hay entre ellos un tiempo para compartir, dialogar,
soñar juntos, reír y sentir el calor humano de la compañía del uno hacia el otro. Ambos bajo el
mismo techo, pero ausentes, lejanos.
A Jesús tampoco le gustaba la soledad por lo tanto con frecuencia buscaba compañía. En los
Evangelios vemos a un Jesús siempre entre las personas. Sabemos que con frecuencia visitaba
el hogar de sus amigos Marta, María y Lázaro en Betania porque allí encontraba amistad,
compañía y sinceridad. Me imagino que al llegar a ese lugar su corazón hallaba descanso y
podía sentir que estaba al lado de los seres que le amaban. Esto también nos lleva a reflexionar
que aunque Jesús era el Hijo de Dios él nunca usó la relación con Dios como un sustituto de la
relación humana. Todos necesitamos sentir que estamos rodeados de las personas que
amamos y que significan mucho para nosotras.
En mis años de ministerio activo en muchas ocasiones me senté a conversar con esposas de
pastores que estaban muy afectadas emocional y espiritualmente a causa de la soledad. Pasé
mucho tiempo compartiendo con ellas y tratando de comprenderlas porque yo misma ya había
transitado ese mismo camino en algunas ocasiones. Esos encuentros me llevaron a mirar los
efectos de la soledad como algo que si no se aprende a controlar adecuadamente puede llegar
a crear serias consecuencia pues afecta no solamente a la esposa, sino también al pastor, a sus
hijos y a la congregación.
Actitudes ante la soledad
Analicemos brevemente las actitudes que descubrí que algunas esposas de pastores asumen ante
la soledad:
- a. La mártir– Esta es la esposa de pastor que se queja constantemente. Se considera una sufrida
porque su esposo no puede estar más tiempo con ella y que lo pasa más atendiendo la iglesia
que su hogar. Con frecuencia esta esposa tiene sus pensamientos centrados en ella y piensa
que proyectando una imagen de mártir los miembros de la iglesia van a consolarla y a
consentirla, pero en muchas ocasiones el resultado es totalmente diferente de lo que esperaba
pues la congregación la mira con lástima porque no ha entendido lo que significa ser la esposa
del pastor.
- La temerosa – Esta es la esposa que se siente incapaz de enfrentar los desafíos y problemas
del ministerio y cuando su esposo no está cerca para ayudarla siente que no sabe cómo
desenvolverse. Este sentimiento puede hacer que se torne negativa y muy nerviosa, lo cual la
incapacita para hacerle frente a la toma de algunas decisiones importantes en ausencia de su
esposo.
c La valiente y confiada – Esta es la esposa que enfrenta la soledad en forma positiva. Admite
que la soledad es una realidad que hay que aceptar y sigue adelante buscando alternativas que
la ayuden a caminar con entusiasmo y optimismo hacia adelante sabiendo que Dios está a su
lado. Es la que ha entendido que Dios le ha dado una misión que cumplir junto a tu esposo, y
debe aprender a orar más, y a lamentarse menos. Ha comprendido que Jesús sabe lo que se
siente cuando se está sólo, porque experimentó en su vida los efectos de la soledad
Mujeres de la Biblia que Experimentaron Soledad
Quiero invitarte para que tomes tu Biblia y leas la historia de estas dos mujeres que
experimentaron lo que fue estar solas. Escribe al lado de su nombre tus reflexiones y trata de
encontrar similitudes o diferencias entre tu soledad y la de ellas.
- Séfora – Éxodo 2:21; 4:25; 18:2
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- Noemí – Rut 1,2- 4:17
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A continuación quiero compartir algunas ideas que pueden llegar a ser de utilidad para aquellas
esposas de pastores que se sienten muy solas. No hay un antídoto especial para la soledad, ni
medicamento que cure ese sentimiento, pero una mente lista para enfrentarla puede lograr mucho
cuando se busca la ayuda divina y se combina con algunas acciones.
- Ocupa tu tiempo en algo útil y provechoso
- Organizar el hogar
- Tomar un curso
- Practicar alguna receta
- Iniciar un programa de ejercicios
- Realizar aquellas tareas que se dejan para luego
- Tomar tiempo para ti misma
- Canta alabanzas, o escucha buena música
- El canto te produce alegría
- Puede ayudarte a liberar la ansiedad
- Te sentirás más relajada
- Estarás alabando a Dios
- Organiza un grupo de oración con varias amigas
- Inicia un diario de oración
- Envía oraciones escritas a personas que conoces
- Escribe oraciones y luego cántalas
- Elabora un cofre para peticiones de oración
- Usa el teléfono o la Internet para animar a otras personas
- Prepara una lista de amigas y sus direcciones electrónicas para escribirles mensajes de aprecio
- Llama a personas enfermas, solas, y comparte algo bonito con ellos
- No publiques tu soledad
- Le puedes hacer daño a tus hijos
- Algunos se burlarán de ti
- Podrías dar una imagen falsa de ti
- No eres la única mujer sola
- Te haces daño y lastimas tus sentimientos
- Toma tiempo para leer
- No hay mejor compañía que la de un buen libro
- Lee la Biblia con regularidad
- Escribe reflexiones acerca de lo que has leído y estudiado
- Busca promesas de compañía en la Biblia
- Mateo 28:20 “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.
- Salmos 34:8 “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende”.
- Salmo 46:1 “Dios es nuestro amparo y fortaleza… no temeremos”.
- Enfrenta tus sentimientos de soledad con tu esposo
- Busca el momento apropiado para hablar sobre el asunto
- No uses la agresión o la recriminación
- Ni las quejas, ni los regaños, ni los reproches te ayudarán en el proceso
- Escucha a tu esposo
- Preparen un plan para pasar tiempo de calidad juntos
Recuerda que hay un enemigo buscando sembrar en tu mente sentimientos negativos; no dejes
que encuentre espacio en tu corazón. ¿Alguna vez escuchaste el canto que dice:
“No me siento sola, sola, sola, sola, sola,
No me siento sola, sola, sola, sola, sola.
Porque el ángel de Jehová,
Que a mi lado está, acampa alrededor
Y no me dejará (se repite)
¡No me siento sola!”