En cierta ocasión invitamos a unos amigos para pasar unos días en nuestra casa y mientras acomodaba la mesa para el momento de la comida mi amiga al observar que colocaba manteles individuales, platos especiales y detalles en la mesa me dijo: “No pongas tanta cosa en la mesa, usa los platos desechables y así no tienes que preocuparte por lavar la loza cuando hayamos terminado”. Con una sonrisa en mi rostro y sin ánimo de hacerla sentir mal le contesté: “Siempre arreglo la mesa de esta forma, aunque no tengamos visitas porque pienso que lo mejor debe ser para los de mi casa”.
¿Qué quiero decirte con esto? Existen varios tipos de mujeres. Están las que prefieren utilizar vasos, cubiertos, platos y servilletas desechables porque les resultan de menos trabajo. Otras no le dan importancia a la preparación de una mesa, porque cada quien en su familia toma un plato con la comida y simplemente se van a comer frente al televisor o en su cuarto. En otros hogares la familia no se reúne para las horas de la comida por diversas razones de manera que la costumbre de arreglar una mesa para tomar los alimentos no es parte de sus costumbres familiares. Sea cual sea el patrón que tu familia tiene quiero decirte que la hermosa costumbre de reunir la familia para la comida nunca perderá su impacto. La familia americana, y tal vez esa no sea la única, ha sufrido grandes daños al abandonar una costumbre tan hermosa e importante como la de comer juntos aunque sea una vez al día. Los muchos compromisos y demandas de la vida moderna han dejado a un lado prácticas tan valiosas como estas y por eso vemos en parte el desmembramiento de la unidad familiar. No es que el comer juntos va a eliminar todos nuestros problemas familiares, pero muy bien puede ser un paso en el acercamiento y la buena comunicación entre los miembros de la familia, elementos que redundará finalmente en la solución de muchos problemas.
En mi hogar de origen nunca se arreglaba la mesa para el tiempo de las comidas. Mi mamá comía en la cocina y mi padre, que dicho sea de paso era de poco comer, se sentaba solito a la mesa. Yo por mi parte en varias ocasiones lo acompañaba mientras ambos tomábamos los alimentos, pero no teníamos ninguna conversación porque la televisión era el centro de atención durante la comida. ¿Algo parecido a esto sucede en tu casa? ¿Tienes la mesa de comedor para colocarle encima tu cartera, los libros de los chicos cuando llegan de la escuela, la correspondencia del día o los paquetes que traes en las manos? ¿Es la televisión el centro de atracción durante las comidas?
Por otro lado quiero presentarte otra escena que tal vez se aplique más a tu estilo de vida. Hay amas de casa que les gusta mucho mirar los canales donde se dan ideas para la decoración, recetas de cocina y muchos detalles que hacen del hogar un sitio placentero. Sin embargo, aunque tienen vajillas, manteles y equipo bonito para arreglar una mesa solamente lo usan cuando hay visita en casa. Eso puede traer como resultado lo que le sucedió una vez a una dama que tenía la costumbre de arreglar bien la mesa solamente cuando recibía visitas. Un día después de degustar una suculenta y deliciosa cena en platos y vajilla hermosa, el invitado especial del día hizo la siguiente declaración: “Toda la comida estuvo deliciosa; tenía tiempo que no comía tan delicioso y con una vajilla tan hermosa”. De inmediato uno de los niños de la familia respondió desde su asiento: “Ni nosotros tampoco”.
Lo mejor debe ser para tu familia; y no de vez en cuando sino siempre. Si compras platos bonitos, manteles y servilletas que sea tu familia quien disfrute con frecuencia esos detalles que le dan tanto calor al hogar y que son mensajes sencillos que envias los cuales llevan escritos en forma tácita este mensaje: “ustedes son importantes para mí y los amo mucho”. No dejes que sean solamente tus visitas las que disfruten de esos detalles, tu familia se los merece al igual que tú. No importa que el menú del día sea sencillo, sírvelo en una mesa bien arreglada, con un espíritu alegre y con una sonrisa en tu rostro. No dejes que el cansancio del día sea lo único que tu familia vea en ti, haz de el tiempo de la comida en tu casa un momento de alegría y de convivencia familiar. No te dejes influenciar por los pensamientos de que si colocas la mesa con tantas cosas después tendrás que gastar mucho tiempo en recoger y limpiar. Si bien es cierto que al terminar de comer habrá que retirar algunos de los enseres que utilizaron esa puede convertirse en una excelente oportunidad para que todos los miembros de la familia (incluyendo a tu esposo) se involucren por unos minutos en una actividad familiar.
Hoy quiero animarte para que pienses si tal vez en este año puedes comenzar a planificar hacer de los momentos de la comida un tiempo especial. Poco a poco vas a ir descubriendo los beneficios de esta práctica y seguramente te darás cuenta que vale la pena esmerarse un poquito más porque al fin y al cabo “tu familia se lo merece”.