Mientras viajaba en el auto con mi esposo escuché una noticia escalofriante que casi paraliza mi corazón. Se estaba hablando de los llamados “niños basura”. Siempre hemos escuchado de niños que son abusados y discriminados, maltratados y humillados, pero nunca había escuchado que se les identificaran como “niños basura”.
Investigando un poco más al respecto encontré que hay dos términos muy parecidos, pero que aunque tienen algunas cosas en común no son iguales. Uno es “niños de la basura”, y “niños basura”. Permitanme explicarme un poco, porque la verdad es que aún al momento de escribir este artículo mi corazón esta conmovido. Los niños de la basura representan una población muy grande que se encuentra en muchos países tales como Haití, China y otros más. Son niños que pasan sus vidas desde la niñez temprana solos, o acompañados de sus padres, hermanos mayores, u otras personas y su medio de vivir no es otra cosa que los vertederos o lugares donde se deposita la basura. Juegan en la basura, comen de la basura, y duermen en la basura sin que los gobiernos de sus países ni siquiera se interesen por ayudarlos o de proveerles un medio de vida diferente para que puedan tener un futuro distinto y condiciones de vida decente.
Los niños basura en cambio son niños cuyos padres los han abandonado tirándolos a la basura porque nacieron con algún defecto físico. Estos pequeñitos en muchas ocasiones mueren porque carecen de los servicios o cuidados médicos requeridos. Encontré que en una ciudad de Chica una mujer ha adoptado a más de 100 de estos niños a pesar de que ella solamente tiene una caseta de campaña donde vivir. También encontré que en México hay un albergue llamado Los Ojos de Dios que tiene como misión especial cuidar y vigilar por estos niños de manera que puedan tener una oportunidad de vida.
Seguramente cuando lean este artículo se sentirán tan impresionados como yo lo fui, pero mi gran pregunta es ¿qué puedo hacer para ayudar? ¿Cuál es mi papel en este drama tan horrible? Algunos estarán pensando que pueden orar por estos niños, y la verdad es que si eso es lo que sienten en su corazón me alegraría mucho saber que están orando, pero creo que hay algo más que debemos hacer.
Cuidemos a nuestros niños y estemos vigilantes de lo que sucede con ellos en todo tiempo y lugar. En la medida que sea posible localicemos un lugar donde ayudan a niños abandonados y demos nuestros donativos para que instituciones como esas puedan seguir operando en favor de tantos niños que han sido abandonados. Ellos no pidieron venir al mundo por lo tanto no son culpables de nada. Anhelo el día cuando esos niños sean tomados en los brazos de Jesús para escuchar la dulce historia de amor que hizo posible nuestra salvación. Tú también puedes ayudar, no esperes más para hacerlo.