Tengo mucho que mostrarte, preciosa mía. Sé que ves los problemas que se presentan en este mundo y que eso a veces te sobrecarga. Así que debes venir a mí, y yo te llevaré a la cumbre de la montaña. Abriré tus ojos espirituales para que puedas tener una perspectiva eterna de lo que es más importante. Mantén tus ojos en mí y en mi Palabra, y verás mi mano obrar en todo lo que te rodea. Recuerda, mi Princesa, que los ojos del mundo están sobre ti para que les demuestres quién soy yo, manteniendo tus ojos fijos en mí y en mi proyecto eterno para todas las personas.
Reflexiona: “Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”. 2 Corintios 4:18