Ninguna mañana, sin una oración fervorosa
Ningún trabajo, sin una buena intención
Ninguna alegría, sin un agradecimiento a Dios
Ningún sentimiento, sin un sometimiento a Dios
Ninguna buena enseñanza, sin ser practicada
Ninguna noche, sin examen de conciencia
Ninguna culpa, sin un arrepentimiento
Ningún prójimo que sufre, sin alivio
Ninguna buena acción, sin humildad.