Si vivo en una casa impecable, pero no tengo amor, no soy más que una ama de casa ordenada, una madre insensible.
Si tengo tiempo para sacar brillo, limpiarlo todo y decorar, pero no tengo amor, mis hijos aprenderán acerca de la limpieza, pero no conocerán el cariño.
El amor se sonríe ante las huellas en la ventana que acabo de limpiar.
El amor seca las lágrimas antes de la leche derramada.
El amor recoger al niño antes de recoger los juguetes.
El amor está siempre presente durante las pruebas.
El amor reprende y se conmueve.
El amor gatea con el bebé, corre con el niño, se coloca a un lado para dejar pasar al hijo, en su juventud.
El amor es la llave que abre la puerta al mensaje de salvación, dirigido al corazón del receptor.
Antes de convertirme en madre me gloriaba en la perfección de mi casa; ahora me glorío en la perfección de Dios, en mi hijo.
Como madre hay mucho que debo enseñar. Pero lo más importante de todo es el amor.