Muchos padres al enfrentar los problemas y desafíos que tienen con sus hijos están confundido y turbados. Piensan que tal vez todos esos problemas sean el resultado de la herencia defectuosa que les han transmitido a sus hijos, o quizá de las presiones del medio ambiente y del tiempo en que vivimos.
En los Estados Unidos anualmente los padres adquieren una gran cantidad de libros que hablan sobre el cuidado y la educación de los libros. En la Internet hay cientos y miles de documentos con recomendaciones e ideas, pero aun así muchos padres se sienten incapaces de lidiar con la conducta de sus hijos.
La educación de los hijos nunca ha sido una tarea fácil; y en nuestros días resulta todavía más difícil. Somos bombardeados con nuevos conceptos sobre la crianza de los hijos y cada vez nuestros hijos están creciendo en una sociedad más compleja y demandante. La nueva generación de niños se enfrenta con más competencia, más presiones y tremendas tensiones emocionales. Por eso hoy más que nunca se necesitan padres que estén claros en lo que a su responsabilidad con la crianza de los hijos respecta. Se necesitan padres que puedan ejercer sus funciones tomando en consideración la importancia de aceptar que edificar la vida y el carácter de sus hijos es un asunto que toma tiempo, que requiere de tolerancia, paciencia, fe, sacrificio personal, amor y perseverancia en el trabajo.
Al reconocer que tenemos ante nuestros ojos una responsabilidad que trasciende nuestras capacidades tal vez nos podemos sentir amedrentados, atemorizados y hasta desanimados al pensar que nunca seremos capaces ni suficientes para esa gran tarea. Sin embargo, hoy quiero animarte y recordarte que aunque te parezca que no puedes hay un Dios que tiene reservado toda la sabiduría, fortaleza, y capacidad para concedértela si se la pides. Uno de los graves errores que cometen los padres es la de creer que sacando a Dios de su agenda pueden por sí mismos influir positivamente en la vida de sus hijos. ¡ESO ES FALSO!
Los hijos son pertenencia de Dios y es a él a quien le debemos preguntar diariamente y durante todas las etapas de la vida lo mismo que los padres de Sansón le preguntaron cuando supieron que tendrían un hijo: ¿cómo debemos criar al niño? ¿Cómo deberá portarse? Jueces 13:12. Seguir las indicaciones del Señor es lo correcto. No importa que en algún momento de la crianza de los hijos podamos ver que se alejan un poco de los principios que les hemos enseñado, recordemos que Dios tiene promesas que se habrán de cumplir en la vida de nuestros hijos también. Dios nos manda a cumplir con nuestra responsabilidad y debemos hacerlo confiando que su bendición estará con nosotros siempre.
Meditemos en este escrito de Khalil Gibran (De El Profeta, Necesidades Básicas del Niño):
“Y la mujer que sostenía un bebé contra su pecho dijo: Háblanos de niños. Y él dio: Sus hijos no sus hijos. Son los hijos e hijas de la búsqueda de identidad de la Vida. Ellos vienen a través de ustedes, pero no son de ustedes, y aunque están con ustedes, no les pertenecen. Pueden darles su amor pero no sus pensamientos. Pueden albergar sus cuerpos, pero no sus almas. Porque sus almas habitan en la casa del mañana, a la que no pueden visitar, ni aun en sus sueños.
Pueden esforzarse para ser como ellos, pero no traten de hacer que ellos sean semejantes a ustedes. Porque la vida, no marcha hacia atrás ni se queda en el ayer. Ustedes son los arcos desde los que parten sus hijos como flechas vivientes. El Arquero mira hacia la marca sobre el sendero en el infinito, y Él les dobla con su fuerza para que Sus flechas puedan volar e ir lejos. Que cuando ustedes se doblen en la mano del Arquero sea para regocijo, porque así como Él ama la flecha que vuela, también ama el arco que permanece”.
Hermosa reflexión que nos lleva a meditar con sinceridad en el Salmo 127 haciendo de este trozo bíblico una meditación permanente mientras ejercemos nuestras responsabilidades de paternidad. Que Dios nos ayude diariamente a ser mejores y buenos padres.