La mayoría de nosotros vivimos en una carrera contra el tiempo y las frases que con mayor frecuencia pronunciamos cuando no podemos cumplir con alguna tarea es: “no tuve tiempo”, “el tiempo no me alcanza”, “estaba muy ocupada”.
El tiempo es uno de los dones más equitativos que Dios nos ha dado, pero el uso inadecuado que hacemos del mismo es lo que marca la diferencia. Para darte un ejemplo de lo que estoy tratando de decirte piensa en esto: tu hijita de nueve años viene a contarte algo que le sucedió en la escuela hoy. Estás ocupada preparando la cena y quieres terminar esa tarea rápidamente porque vas a hacer otra cosa que tienes en mente. Mientras tu hija te habla asientes con un uhum… pero la niña se da cuenta que no la estás atendiendo realmente. Ella se va un poco desilusionada y tú sigues en la cocina. Cuando la cena está lista y todos ya han comido, te sientas en un sillón a mirar esa revista de modas que te llegó en el correo. No podías dejar de preparar la cena por unos minutos para atender a tu hija mientras te hablaba, pero ahora estás sentada mirando una revista.
En este sencillo ejemplo puedes darte cuenta que el asunto con el tiempo es cuestión de PRIORIDADES. Mirar la revista fue para ti una prioridad, por eso estabas apresurada preparando la cena y no pudiste dedicarle tiempo a tu hija. No quiero que te sientas mal por lo que acabo de decir; todas lo hemos hecho, sin embargo debemos aprender a corregir esos errores para no caer en ellos nuevamente.
Para los hijos la palabra amor se interpreta a través del tiempo que les dedicamos. Decirle a un niño que lo amas y no dedicarle tiempo es como pronunciar palabras huecas que el viento se lleva. Muchas veces decimos que nos gustaría tener tiempo para nuestros hijos, pero si en realidad tuviéramos conciencia de que el tiempo con ellos es precioso haríamos un espacio en nuestro programa diario para darle prioridad a la relación con los hijos. Como padres debemos pensar que pronto crecerán y estarán lejos, entonces ya no los tendremos cerca y los momentos perdidos ya no los podremos recuperar. La vida sin amor es igual que nada. Para Dios el cultivo de una relación es más importante que los logros que se puedan alcanzar, por eso hay que tomar tiempo para relacionarnos con los hijos y eso debe ser prioritario.
El enemigo primordial de una relación es el estar siempre ocupados. Los seres humanos nos hemos acostumbrado a hacer todo con apresuramiento; caminamos apresurados, comemos apresurados, hablamos apresurados, y siempre estamos poniendo el apresuramiento como una excusa para no dedicarle tiempo a algo, o a alguien. Nos llenamos de tantas ocupaciones que nos sentimos incapaces de atender a las personas y comenzamos a recortar el tiempo que le debiéramos dedicar a otros justificando que estamos demasiado ocupados. Esa es una gran mentira que nos hacemos para tranquilizar nuestra conciencia. Cuando nos acostumbramos a hacer todo apresurado ya no damos vuelta atrás con facilidad a menos que algo muy serio nos haga reflexionar.
En la sociedad actual el factor tiempo está afectando grandemente las relaciones familiares. Muchas mujeres han salido a trabajar para ayudar en la economía del hogar y se sienten culpables de no poderle dedicar a sus hijos el tiempo que ellos se merecen. Si bien es cierto que hay mujeres que han logrado establecer un balance entre el trabajo fuera del hogar y el tiempo que le dedican a sus hijos tenemos que admitir que encontrar ese balance no es fácil.
En un artículo que leí hace poco sobre el asunto del tiempo y la familia encontré algunas sugerencias que me gustaría compartir con ustedes.
1. Toma un día en el mes para salir con tus hijos. Es posible que para implementar esta idea tengas que faltar al trabajo si estás empleada en alguna empresa, pero creo que vale la pena que dediques esas horas del día para salir con tus hijos.
2. Planifica una noche familiar con tus hijos para realizar alguna actividad donde todos puedan participar. Pueden preparar la cena entre todos y servirla en el patio a la luz de velas, o simplemente en un ambiente de la casa que no sea el comedor diario. Jueguen algunos juegos de mesa y tomen tiempo para reír y compartir.
3. Dedica un par de horas para ir con tus hijos a una biblioteca pública o a una librería para que vean los libros para niños y lean algunos de ellos.
4. Trabajen en la elaboración de un álbum de fotografías familiares. Este puede ser un proyecto muy creativo que tus hijos disfrutarán y cuando pasen los años recordarán el momento en que hicieron el proyecto.
Estoy segura que una vez tomes la decisión de dedicarle más tiempo a tus hijos y dejar a un lado la excusa de que “estas muy ocupada”, a tu mente van a llegar muchas ideas. Todo lo que tienes que hacer es poner manos a la obra y no dejar pasar el tiempo sin una acción. Nuestro amor hacia los hijos no debe ser expresado solamente con palabras, sino también con acciones. Si en el pasado no le has dedicado tiempo a tus hijos, este es el momento para comenzar. ¿Sabes por qué hay que tomar esa acción hoy mismo? Porque nunca sabemos lo que el día de mañana traerá. Las circunstancias varían y la vida da muchas vueltas de manera que no sabemos nada del futuro. Alguien dijo que el mejor uso que le puedes dar a la vida es dedicar tiempo para amar, y la mejor forma de expresar amor es dedicando tiempo, por eso hay que hacerlo ahora.