Hace unas semanas atrás fuimos invitados a una iglesia para presentar un programa con énfasis en la familia. Nos hospedamos en la casa de una hermana miembro de la iglesia quien gentilmente abrió las puertas de su hogar para que pudiéramos pasar el fin de semana. Teníamos tres habitaciones disponibles de las cuales podíamos escoger la que fuera de nuestro agrado, pero algo curioso sucedió mientras ella nos mostraba los cuartos y nos explicaba las comodidades de cada uno. Noté que en todas las mesas de noche de cada habitación había una taza de té con su respectiva cucharita y algunas hasta tenían en el plato unas galletitas como las que se acostumbran comer con el té. Cuando llegamos a la tercera habitación le manifesté mi curiosidad por las tazas de té en cada cuarto y ella muy sonriente me mostró que son tazas de adorno preparadas por su hija. ¡Nunca me hubiera imaginado tener un adorno de esa clase en mi cuarto! Lo cierto es que luego me fijé en cuántos adornos curiosos y creativos la hermana tenía por toda su casa. ¡Esta mujer es excepcional!
Ese fin de semana lo pasamos muy bien y felices compartiendo con nuestros hermanos temas que esperamos hayan sido de orientación para sus vidas matrimoniales. Cuando ya estábamos para regresar a nuestro hogar la hija de nuestra amada hermana vino corriendo para regalarme una tacita de té como las que había visto en la casa de su mamá. Le manifesté mi gratitud por tan especial regalo y le aseguré que tendría un lugar especial en mi casa.
Bueno, ahora la otra parte de esta linda historia es la que sigue a continuación. Mi taza de té falso, la he colocado en una esquina de mi rincón de trabajo manual junto a algunos libros que estoy leyendo. Varias de las personas que han visitado nuestro hogar cuando llegan al lugar donde está la taza, la miran y como da la impresión de que está llena de té, me hacen la siguiente observación: “Hermana, usted no ha terminado de tomarse el té y se le va a enfriar”. Eso me da la oportunidad de jugarme una broma diciendo: “Ah, es que he estado muy ocupada, pásemela por favor para terminar de tomarla” y cuando la persona agarra la taza para entregármela se da cuenta de que es un adorno y todos terminamos riendo y por supuesto yo contando la historia de cómo llego a mí poder.
Moraleja: Así pasa también en la vida espiritual. Hay cosas que parecen ser pero que en realidad no son y nos engañan. Necesitamos aprender a distinguir entre lo verdadero y lo falso para no caer en las trampas que el enemigo coloca en nuestro camino.