Hoy mientras caminaba con mi esposo hacia nuestro auto leí el siguiente mensaje que estaba escrito en la placa de un auto: “Dios te ama; yo estoy tratando”. Se me escapó una carcajada por la curiosidad de la persona que pudo haber creado esa frase, pero luego mi risa se tornó en meditación.

Sí, es muy cierto que Dios nos ama. Su amor para con nosotros no tiene límites, es abundante, permanente y lo más grande de todo es que es incondicional. No importa lo que hagamos Dios siempre nos ama. Pero, la segunda parte de la frase es la que tiene una connotación diferente. Siendo sincera, debo admitir que hay personas a las que amar resulta muy fácil. Son cariñosas, amables, comprensibles, listas para animar, ayudar y siempre están a nuestro lado trayendo inspiración y alegría. En cambio hay otras personas con las cuales tenemos que hacer un esfuerzo para comprenderlas y amarlas.

En mi biblioteca tengo un libro titulado Cómo mantener relaciones con personas difíciles. Su autor Les Parrott presenta una larga lista de adjetivos con los cuales él ha clasificado las personas. Entre esa lista se encuentran las personas criticonas, las que se las dan de víctimas, los controladores, los chismosos, los envidiosos, los aguafiestas, los que todo lo saben, y la lista sigue y sigue.  Esas personas las encontramos en nuestra familia, en el trabajo, en la iglesia, en el vecindario y en cualquier lugar. Creo  no equivocarme cuando digo que amar a personas que tienen esas características no resulta fácil. Sin embargo, el mensaje de la placa del auto decía “estoy tratando”; y lo cierto es que para algunos el esfuerzo resulta de gran envergadura.

Cuando nos proponemos entender a las personas para comprender por qué actúan como lo hacen nos colocamos en una posición desde la cual se nos hace más fácil comenzar a identificar buenas cualidades en ellas y así dejamos que las expresiones de amor vayan fluyendo de nosotros hacia ellas. Eso es justamente lo que significa “estoy tratando”. Por supuesto que tomará algo de tiempo el poder llegar a mantener una relación saludable y de amor con algunas personas difíciles, pero el intentarlo es un ejercicio que vale la pena. A la final necesitamos recordar que Jesús lo dijo de una manera mejor que la placa del auto: “Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros” Juan 15:17.

“Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros”1 Juan 4:11.