Escrito por Iván Omaña G
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Colosenses 3: 1, 2.

Desde muy niño siempre me ha gustado mirar las estrellas y contemplar la inmensidad de los cielos. Una noche estrellada para mi es una tentación para observar todo el firmamento. En el lugar en donde vivo, las noches estrelladas son en verdad muy lindas, todo está libre de aparentes distracciones o contaminación. Cuando mi nieta mayor ha estado conmigo y hemos salido a caminar de noche con los perros, juntos hemos identificado algunas estrellas y nos hemos deleitado en lo bello de una noche estrellada.

Pero debo admitir que cuando estoy triste o pasando por algún momento de desánimo no puedo levantar la cabeza.  Mi visión se nubla y mis ojos están en la tierra, nada me hace cambiar mi posición y aunque trato de ver el cielo de nuevo los ojos caen en la tierra para hundirme en mis pensamientos llenos de angustia y de dolor.

En la lectura bíblica para hoy, el apóstol Pablo hizo hincapié en que los seguidores de Cristo necesitan mantener la eternidad a la vista. Él escribió: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2). Nosotros podemos escoger dónde poner nuestros ojos. Hay algo importante que debemos saber y es que nosotros somos los que dirigimos los ojos al lugar donde queremos enfocarlos. Nadie nos fuerza hacer lo contrario, somos tú y yo que por decisión propia, no forzada,  ponemos nuestros ojos en el lugar apropiado y enfocamos la visión.

Una de las cosas, que más me molesta cuando voy oftalmólogo son las gotas que ponen en los ojos. Ellas producen que la visión sea borrosa,  y esta incomodidad permanece por un rato. Esto resulta peligroso especialmente si se va a manejar ya que los objetos no se alcanzan a ver en su dimensión correcta y en el espacio debido y de esa manera se corre  el riesgo de una caída o de tropezar con algo.

Hay muchas situaciones en la vida que con una visión borrosa nos hacen daño. Podemos sucumbir al egoísmo, a los pensamientos terrenales, empañar nuestra visión de todo lo que esté más allá de nuestra nariz, caer en el desánimo, en las frustraciones. O podemos mirar más allá de esta escena pecaminosa y fijar la atención en las cosas de arriba, adonde Cristo está sentado a la derecha de Dios, como dice nuestro texto, “¡y nosotros con Él!” Cuando estamos allí es que, estamos en posición de ver lo que es más importante en la vida.

Únicamente la mente que está puesta en las cosas de arriba puede decir No al pecado y Sí a la santidad. La elección es nuestra. Es por eso que el texto nos recuerda: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3: 1, 2). Te invito a enfocar tu mirada en Cristo.