“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” Mateo 5:16
Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría. Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo. Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: “Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”
Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?” La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”
El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”.
El rey de esta historia se había propuesto que nada de este mundo le haría apartar su mirada ni su tiempo de lo que consideraba más importante; su vida espiritual. Cuantas veces estamos tan ocupadas con las labores de la casa, y con los múltiples compromisos que dejamos de lado el cuidado de nuestra vida espiritual. Las horas del día se pasan y no apartamos un tiempo para estar en quietud con Dios avivando nuestra fe y creciendo espiritualmente para poder enfrentar los desafíos de la vida.
Si eres como yo seguramente muchas veces te habrás sentido culpable al no poder dedicarle a Dios el tiempo que deseas. Sin embargo, quiero decirte que nunca es tarde para tomar decisiones. Cuando decidas dedicarle tiempo a tu relación con Dios las personas que te rodean comenzando con el círculo interior que es tu familia y siguiendo por los de afuera, verán lo que Dios está haciendo en ti, y como dice el versículo de hoy, ”glorificarán a nuestro Padre que está en los cielos”.