Bienaventurado el niño que tiene alguien que cree en él y tiene muchas esperanzas para sí mismo.
Bienaventurado el niño cuyo hogar es un refugio de felicidad.
Bienaventurado aquel niño a quien la vida es como un libro de sabiduría y tiene el privilegio de pasar las páginas una por una.
Bienaventurado aquel niño que tiene alguien que comprende que las tristezas de la niñez son verdaderas y amargas; y requiere simpatía y comprensión.
Bienaventurado aquel niño que es llevado de la mano por la vereda de la vida, por una persona que sirva de guía, compañero e inspiración.
Bienaventurado aquel niño cuya imaginación innata se ha convertido en canales de esfuerzo creativo.
Bienaventurado aquel niño cuyos esfuerzos de superarse han sido estimulados y amablemente felicitados.
Bienaventurado aquel niño que ha aprendido a liberarse del egoísmo practicando con otros la responsabilidad y la cooperación.
Bienaventurado aquel niño que descubre que toda la vida es un proceso de educación y que cada graduación es sólo el comienzo de un grado más alto.
Bienaventurado aquel niño que se le permite saciar su curiosidad en cada fuente de información de incalculable valor.
Bienaventurado aquel hogar, comunidad o nación, que cifra en la niñez sus esperanzas para el futuro y se dedica a realizarlo.
Publicado en la Revista “Padres”.