Mientras viajábamos a la iglesia un sábado leí un mensaje que traducido del inglés al español decía algo así: “Acción de Gracias no es acerca de una gran comida, sino acerca de un gran Dios”. Para todos los que viven en países donde el día de Acción de Gracias no se celebra tal vez debo explicar que esta es una de las festividades más grandes e importantes de Norteamérica, seguida quizá por el día de Navidad.
Es impresionante ver la cantidad de preparativos que se realizan en cada hogar para esta festividad. Es hermoso pasear por cualquier vecindario y ver los estacionamientos de las cosas atestados de carros como indicativo de que los miembros de la familia han viajado de diferentes partes para unirse a la fiesta. Los canales de televisión que transmiten programas de cocina dedicando sus mejores esfuerzos para darle al público toda clase de ideas que hacen de la celebración algo especial. De igual forma el comercio ofrece infinidad de ideas, materiales y productos propios del momento. Por supuesto que todo esto es más comercial que espiritual, pero lo interesante para destacar son los preparativos y el deseo de tenerlo todo listo para cuando la familia y amigos se reúnan.
Esa mañana cuando leí el mensaje en el tablero de una iglesia sentí que debía recordar que el verdadero sentido de esta celebración no es la de disfrutar de platos de comida exquisitos y abundantes sino la de agradecer a Dios por todas las cosas maravillosas que ha hecho en nuestro favor. Los fundadores de este país celebraron el primer día de Acción de Gracias con un inmenso sentido de gratitud por la protección, provisión y grandes manifestación del amor para con ellos. Nosotros los que lo celebramos actualmente debemos hacer más énfasis en las grandes bendiciones de Dios y tal vez preocuparnos menos por servir comidas suculentas. Si vives en un lugar donde esta fiesta de gratitud se realiza aprovecha la oportunidad para llamar a tus familiares y amigos hacia la grandeza de ese Dios maravilloso que cada día nos bendice con mucho más de lo que nos merecemos. Siendo sinceros cada día debiera ser un día de Acción de Gracias porque las bendiciones de Dios son diarias, permanentes y abundantes aunque en algunas ocasiones ni siquiera nos percatamos de ello.
Seguramente tendrás muchas razones para agradecer en esta oportunidad. Quiero motivarte para que le expreses ese agradecimiento primeramente a Dios y a todos aquellos que de alguna manera están cerca de tu corazón.