¿Te has dado cuenta que hay ocasiones en las que se necesita realizar alguna tarea y nadie siente que debe hacerla porque no es su responsabilidad? Un ejemplo sencillo: estabas regando las flores del jardín y olvidaste recoger la manguera. Tus hijos pasan por encima de ella y comentan que esa manguera no debe estar allí, tu esposo también la ve y se queja de que no la pusieron en su lugar, pero ninguno la recoge porque no es tarea de ellos, además fuiste tú quien la estuvo usando. Es impresionante la cantidad de excusas que las personas dan cuando se trata de sacarse de encima una responsabilidad o tarea que no sienten que les corresponden. En algunos lugares de trabajo hay empleados que ven la necesidad de que algo sea hecho, pero dice: “no me pagan por eso”.

Esto me anima a compartir con ustedes una reflexión que alguien escribió y que dice así:

Esta es la historia de cuatro personas llamadas: TODOS, ALGUIEN, CUALQUIERA Y NADIE.

Había un importante trabajo que hacer y TODOS sabían que ALGUIEN lo haría.

CUALQUIERA puede hacerlo, pero NADIE lo hizo.

ALGUIEN se molestó por eso, porque era trabajo de TODOS.

TODOS pensaron que NADIE podía, pero NADIE pensó que TODOS no lo harían.

El asunto terminó en que TODOS culparon a ALGUIE, cuando NADIE hizo lo que CUALQUIERA pudo haber hecho.

 

Esto me lleva a concluir la gran verdad que hay en el consejo del sabio Salomón cuando escribió: “Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro adonde te diriges, no hay trabajo, ni planes ni conocimiento ni sabiduría”. Eclesiastés 9:10