Padre mío, ahora que las voces se silenciaron y los clamores se

apagaron, al pie de la cama mi alma se eleva hasta Ti para decirte:

Creo en Ti, espero en Ti, te amo con todas mis fuerzas. Deposito

en tus manos Señor, la fatiga, la lucha, las alegrías  y desencantos

de este día que quedó atrás. Si los nervios me traicionaron, si los

impulsos egoístas me dominaron, si di entrada al rencor o a la

tristeza, ten piedad de mí Señor. Si he sido infiel, si pronuncié

palabras vanas, si me dejé  llevar por la impaciencia, si fui espina

para alguien, perdóname Señor. No quiero esta noche entregarme al

sueño sin sentir sobre mi alma la seguridad de tu misericordia.

Te doy gracias Padre mío, porque has sido la sombra fresca que me ha

cobijado durante todo este día. Te doy gracias porque invisible,

cariñoso, y envolvente, me has cuidado como una madre, a lo largo de

estas horas. Señor, a mi derredor ya todo es silencio y calma,

envía  el ángel de la Paz a esta casa. Relaja mis nervios, sosiega

mi espíritu, desata mis tensiones, inunda mi ser de silencio y

serenidad.

Vela sobre mí Padre querido, mientras me entrego confiado al sueño,

como un niño que duerme feliz en tus brazos. En tu nombre Señor,

descansaré tranquilo. Amén

Este mensaje me llegó de alguna forma y pienso que será beneficioso para todos. Gracias a quien lo escribió, ya que su contenido es precioso.