La edad en que puede presentarse la primera menstruación de una jovencita es muy variable. Puede que la niña sólo tenga once años o que ya haya cumplido los quince. Lo más importante no es la edad en que se presente, sino el significado que para su hija tiene esta nueva experiencia.
Esta función femenina tan natural es la que en forma física visible y en forma síquica definida marca la transformación de la niña en señorita. La primera menstruación o menarquía como también se le conoce es como una confirmación que la naturaleza da a la mujer de su futura misión femenina; la maternidad. El organismo hace un primer ensayo, para probar que está capacitándose para concebir una nueva vida. Visto así, el hecho biológico de la primera menstruación sólo debe inspirar ideas y sentimientos positivos, alejados de todo temor, a toda repugnancia, vergüenza y a todo pudor mal infundido.
En la menstruación no hay nada prohibido de lo que no se pueda hablar. Todo lo contrario, todas las preguntas que sobre el tema le plantee su hija deben obtener, por parte de ustedes, respuestas precisas, claras, veraces y limpias, al margen de tabúes o conceptos erróneos. Más aún, aunque la madre es la llamada a conversar con mayor amplitud este tema con su hija, muchos sicólogos recomiendan que inclusive el padre debe hacer mención del tema con su hija siempre con la mayor naturalidad y cariños. Un ejemplo de ello es interesándose por la niña si ella se siente mal, o adolorida, con algunas molestias, en lugar de ignorar el asunto o fingir que no sabe nada sobre la experiencia que su hija está pasando.
Si la madre no se siente realmente capacitada para contestar todas las preguntas que su hija le haga al respecto, no vacile en informarse ya sea hablando con el médico o leyendo artículos, folletos o libros que puedan documentarla a cabalidad. El tiempo que invierta en documentarse le rendirá dividendos a través de un diálogo sereno, constructo e inteligente con su hija, que reforzará la franca y saludable comunicación que toda muchacha necesita establecer con su madre. Para la madre orientar a su hija en este aspecto debe ser motivo de satisfacción. Nunca le dé a su hija la impresión de que desea esquivar el tema.
También es importante que pueda explicarle a su hija todo lo concerniente a su higiene íntima y las características de los distintos productos que hay en el mercado y que puede usar. Por ejemplo, si la niña va a usar toallas sanitarias insístale en la conveniencia de que las cambie frecuentemente. Si opta por el uso de los tapones, será conveniente que le despeje toda aprensión que ella pudiera sentir al respecto. Recuerde siempre que de su actitud como madre depende en gran medida que el inicio de la menstruación no se convierta en una etapa innecesariamente de conflicto para su hija.