En los países Europeos la siesta es casi un hábito y algunos argumentan que la razón por la cual los ancianos viven más años es debido a esos cortos períodos de descanso durante el día.
Cuando hablamos de los niños la siesta también es un hábito que los padres deben enseñarles desde pequeños.  Dormir bien es esencial para la buena salud. Cuando los niños se acostumbran a tomar ese corto descanso durante el día, eso les ayuda en gran manera en su desarrollo físico, mental y sus estados de ánimo se manejan mejor. Cuando los niños no han dormido bien, o están muy cansados por toda la actividad del día es posible que se tornen enojados y molestos con más facilidad.

No podemos dejar de mencionar que la siesta de los niños le brinda a los padres un breve descanso y les permite realizar algunas tareas importantes que habían sido puestas a un lado por atender a los niños.
En un estudio realizado por el Journal of Sleep Research se encontró que los infantes que se pierden de tomar una siesta al día demuestran mayor ansiedad, menos alegría y curiosidad, y una baja capacidad para resolver tareas.  Los niños que reciben menos horas de descanso y sueño de las que deben  están en más alto peligro de experimentar problemas de conducta.

Los niños menores de 3 años necesitan tomar una corta siesta durante el día. Ellos deben dormir por lo menos de 10 a 13 horas diarias, y aquellos que son más pequeños (1,2 años) pueden tener hasta dos cortas siestas durante el día, pero estás no deben tomarse muy cercanas a la hora de ir a la cama porque será difícil lograr que los niños se duermen en la noche.

Los niños entre los 3 y los 5 años deben tomar esta siesta por lo menos una vez al día. Algunos de los que ya tienen 5 años tal vez no se queden dormidos, pero pueden descansar, sin embargo es necesario enviarlos a la cama temprano en la noche para que obtengan las horas de sueño que necesitan.

RECOMENDACIONES
1. Observe las señales de cansancio o falta de sueño en sus niños. Estas pueden manifestarse desde la fatiga hasta problemas de conducta y rendimiento escolar deficientes.
2. Pregúntese:
¿Actúan soñoliento durante el día?
¿Se enojan con facilidad durante las horas de la tarde?
¿Me resulta difícil sacarlos de la cama en las mañanas?
¿Se muestran agresivos, inquietos y quejosos?
¿Manifiestan dificultad para enfocarse en el trabajo de la escuela?
¿Demuestran cansancio con regularidad?
Es posible que si usted observa algunas de estas señales necesite hacer algunos ajustes en los patrones y horarios de descanso de sus hijos. Una corta siesta podría formar parte de esos ajustes.
3. Manténgase dentro de un horario para las siestas de sus hijos y siga una rutina tal como leerles, o cantarles.
4.  Si sus niños no manifiestan agrado por la siesta permítales que miren algún libro o que jueguen tranquilamente en su habitación. Usted notará que si tenían sueño, o estaban cansados muy pronto se quedarán dormidos.
5. Use una luz nocturna para indicar el tiempo que durará la siesta. De esa forma su niño/a no tendrá que estar llamándole para saber si ya el tiempo de la siesta terminó.
6. No se desanime. Recuerde que todo hábito toma tiempo en formarse, pero finalmente se logra.
7. No tenga miedo de que la siesta afecte el sueño de la noche de sus hijos. Esto podría suceder si el tiempo para la siesta es muy avanzado en la tarde, sin embargo, recuerde que los niños que están descansados se preparan para las actividades de la noche con más facilidad que aquellos que están agotados ya que por lo general su conducta es extraña, y con frecuencia se despiertan más durante la noche.
8. Haga los ajustes que sean necesarios antes de abandonar la práctica de la siesta de sus niños porque tanto ellos como usted se sentirán mejor si se acostumbran a tomar esos cortos períodos de descanso.