Jesús, amigo mío:

Sabes que soy dirigente del Ministerio Infantil. Escogí este sacerdocio por creer que es la iglesia el altar mayor de tu cofradía pequeña. A veces tengo temor de la sublime responsabilidad, puesta en mis manos. En la iglesia no existe tarea sencilla. Toda es grande y hermosa. Necesito de tu paciencia. No quiero caer en la brecha del deber. Llévame de tu mano a la otra orilla, siempre repartiendo el pan del conocimiento con sencillez y amor.

Llena mi cántaro, Padre mío, que son muchos los sedientos que acuden a mi fuente para recibir de mis propias manos el agua bendita de la sabiduría. Calma mis nervios, ilumina mi espíritu, esclarece mi mente. Quiero estar en armonía contigo antes de ir a mis niños, y tus hijos. Que todo cuanto yo haga sea según tu voluntad y no la mía hasta el fin de la jornada.

Amén