Mis manos son pequeñas; no esperes perfección cuando tiendo la cama, hago un dibujo, o arrojo una pelota. Mis piernas son cortas, por favor camino más lento para que pueda alcanzarte.

Mis ojos no han visto el mundo como los tuyos; déjame explorar seguro; no me reprimas innecesariamente.

Siempre habrá tareas en la casa; voy a ser pequeño sólo por un corto tiempo. Tómate un tiempo para explicarme las cosas de este maravilloso mundo y hazlo con buena voluntad.

Mis sentimientos son tiernos; sé sensible a mis necesidades, no me reproches todo el día. A ti no te gustaría que te reprochen por preguntar. Trátame como quieres que te traten.

Soy un regalo especial de Dios; valorarme como Dios quiso que hicieras, confiando en lo que hago, dándome pautas para vivir y disciplinándome de una manera afectuosa.

Necesito tu aliente, pero no tu adulación para crecer. Suaviza la crítica, recuerda que puedes censurar las cosas que hago sin enjuiciarme.

Dame la libertad de tomar decisiones que tengan que ver conmigo. Déjame fallar para que se pueda aprender de mis errores. Entonces algún día estaré preparado para tomar las decisiones que la vida requiere.