Ser una mujer auténtica es una labor de equilibrio:
Hay que ser digna pero no orgullosa;
Ser dulce, pero no abrumar a los demás;
Ser capaz de observar atentamente sin llegar a ser indiscreta;
Ser capaz de reírse sin burlarse, y de ser alegre sin ser frívola;
Saber conversar sin hablar demasiado;
Saber amar sin olvidar amarse a sí misma.
Ser mujer es saber ser una persona muy especial.