Estoy segura que para un gran número de esposas de pastores la palabra “pedestal” es muy conocida. Se ha hablado mucho del “síndrome del pedestal” en la familia pastoral y no es otra cosa que ese lugar de altura y distinción en el que la feligresía ubica a la familia pastoral. Sin embargo, hoy quiero tratar del tema del pedestal desde la posición de la esposa del pastor.

¿Te ha sucedido que viene una hermana de la iglesia buscándote para compartir contigo alguna preocupación, o simplemente para buscar un consejo porque piensa “que tú tienes tu vida resuelta y no pasas por situaciones como las de ella? Esa tan conocida frase: “usted nunca ha pasado por esto” se repite una y otra vez cuando te hablan y en el fondo muy allá en silencio escuchas mientras piensas en las tantas ocasiones en las que estuviste en esas mismas circunstancias. Cómo te gustaría poder decirle a esa persona que ya has pasado por eso, o tal vez que lo estás pasando igualmente que ella.

LO QUE PIENSAN DE TI

No sé si has realizado ese ejercicio tan conocido donde se escribe el nombre de cada persona  en una pieza de papel y luego se pasan los papeles para que cada persona escriba una cualidad que piensa de ti. Yo he participado en esa actividad y siempre cuando leo todo lo que han escrito sobre mí, me limito a sonreír pensando que la imagen que proyecto ante las personas no siempre corresponde con mi realidad. Para darte un ejemplo te diré que muchas personas escriben en mi hoja que “soy una mujer que no le tiene miedo a nada”. Eso me parece un gran cumplido, pero lo cierto es que no es así. Le tengo miedo a muchas cosas tales como estar sola en lugares desconocidos, enfrentarme a situaciones que demandan gran responsabilidad, y para no hacer la lista larga le tengo TERROR A LAS CUCARACHAS. Esto última nadie se lo imagina hasta que tengo la oportunidad de contar algunas de las anécdotas pasadas de mi vida. Sin embargo, no puedo evitar que las personas se formen una opinión de mí porque eso es una tendencia natural de todos los seres humanos. Lo único que puedo hacer es aceptar todas aquellas cualidades que las personas piensan que tengo y que en realidad son ciertas y aclarar las que no lo son para no dar una falsa imagen y crear expectativas irreales sobre mi persona.

Algunas personas llegan a pensar de nosotras como si fuéramos super-mujeres- ultra – espirituales. No faltará quien espere de nosotras mucho más de lo que en realidad somos capaces de hacer. Tampoco podemos luchar contra la decepción que en ocasiones se producirá cuando descubren que no somos tan hábiles como piensan, tan sumisas como parecemos, tan espirituales como se ve, o tan equilibrada como se espera. Somos seres comunes con un llamado extraordinario para servir al Señor aún con nuestras no tan buenas cualidades. Somos muy sensibles al dolor nuestro y al ajeno. Tenemos un gran deseo de ayudar, pero tenemos limitaciones. Por eso cuando una persona nos ubica en ese pedestal tan alto debiéramos ser sinceras, porque tratar de vivir a la altura de las expectativas de los demás nos podría producir una caída del pedestal que nos resultará muy dolorosa.

COMPARTE TUS VIVIENCIAS

Una medida que resulta adecuada cuando queremos mostrar nuestro lado humano y natural es la de aprovechar las oportunidades para compartir con las hermanas algunas de nuestras vivencias. Cuando el momento lo permita y se esté hablando sobre determinada situación por la cual tú has pasado, es una buena oportunidad para compartir un detalle, o corto episodio que deje ver tu vulnerabilidad ante la vida al igual que el resto del grupo. Eso no quiere decir que vas a abrir la caja de intimidad de tu vida privada, simplemente vas a demostrarle a todas que eres igual que ellas y que has pasado por situaciones iguales. Mostrando humildad y sinceridad lograrás que las hermanas te vean con respeto y admiración porque vas junto a ellas en la carrera de la vida.

Hay ocasiones en las que dar a conocer algún episodio de tu vida contribuye a estrechar lazos de amistad con el grupo de damas. No es lo mismo mirar a la esposa del pastor como la mujer que todo lo sabe, a mirarla como la mujer que también tiembla y se asusta cuando le toca presentar una parte en la iglesia, o cuando tiene un problema en casa con sus niños. En lo personal me gusta mucho aprovechar las oportunidades que se me presentan para compartir con las hermanas mi experiencia con los hijos, con la administración de mi hogar, con los asuntos que tienen que ver con la apariencia personal de la mujer cristiana, y otros temas que considero han sido valiosos para mi vida espiritual. No trato de hacer que me crean más “sabia” que las demás. Sin duda, mi edad, mi experiencia y las responsabilidades de trabajo que el Señor me permitió realizar me ubican entre un grupo de personas que otros observan, pero no quiero que todo eso sean elementos que las personas utilicen para ubicarme en un pedestal.

MIS RECOMENDACIONES

Para finalizar quiero sugerirte algunas cosas que pueden servirte para manejar este asunto del pedestal. Pero antes déjame advertirte algo: cuídate de no ubicarte tú misma en el pedestal. Tristemente conozco esposas de pastores que se han ubicado tan alto que se vuelven mujeres inalcanzables. Recuerda que nadie debe tener más alta opinión de sí mismo que la que el Señor nos da así que evita subirte tú misma porque te aseguro que ya he visto a otras caer de ese pedestal que se construyeron y la caída fue fuerte y dolorosa.

Bien, hay ciertas acciones que puedes realizar para mostrarte amiga, igual a las demás aún dentro de tu investidura ministerial:

1. Muestra empatía – en todo momento manifiesta solidaridad con aquello que consideras correcto. Trata de entender el punto de vista de los demás y muéstrate amigable y comprensiva.

2. Conéctate saludablemente con las demás personas

– escribe correos electrónicos con mensajes lindos a ciertas hermanas

– invita a alguna hermana para compartir contigo una comida, una merienda

– felicita por los cumpleaños, logros, festividades a las hermanas

– comparte rectas, ideas de decoración, tus pasatiempos, etc.

– detente un minutos y saluda a las hermanas preguntándoles por su salud, hijos, trabajo, etc.

3. No te aísles, ni te escondas – eres una pieza clave en el ministerio de tu esposo y todos los que te rodean lo saben así que ocupa tu lugar, pero nunca te subas a un pedestal.