Una de los grandes desafíos que enfrentan los dirigentes de niños en la iglesia hoy, es el de lograr que éstos se sientan amados, felices y atraídos a la misma. Existen muchos atractivos en el medio ambiente que capturan no solamente la atención de los niños, sino que los embelesan y hacen vivir emociones y fantasías que a ellos les agrada. Tanto la industria del cine, como la música, la televisión y las compañías que diseñan juguetes y materiales para niños saben muy bien lo que quieren lograr en la mente de los niños a largo y corto plazo, por lo tanto invierten grandes sumas de dinero y tiempo, planificando y desarrollando estrategias que los conduzcan hacia el ideal que se han propuesto.

La iglesia también debe evaluar y revisar sus conceptos de atención a los niños. Para algunos dirigentes el simple hecho de pensar en cambiar o modificar los métodos que se han venido usando por años les resulta difícil de aceptar, descabellado, revolucionario y hasta una decisión errada que puede conducir al resquebrajamiento de la vida espiritual de nuestros niños.

Pero, pensemos por unos momentos si es correcto seguir pensando así. ¿Qué valor tiene que sigamos apegados a nuestras viejas costumbres, si la generación de niños que viene a nuestros departamentos tiene poco interés en practicar lo que le enseñamos? ¿De qué nos ha servido seguir con el mismo sistema, si los jóvenes de hoy se nos van de la iglesia olvidando lo que les enseñamos cuando estuvieron con nosotros en las divisiones infantiles? ¿Dónde guardaron todos los versículos de memoria que les obligamos a aprender para que tuvieran un registro perfecto? Sin duda, no solamente nuestros antiguos métodos, los cuales fueron buenos para una época, han fallada en cierto grado, sino que no han podido servirnos para retener a los que tanto amamos; nuestros niños y jóvenes.

Demos una mirada a la descripción que aparece a continuación de una iglesia en particular e identifique lo que podría estar haciendo falta en su iglesia para que la misma se torne en una iglesia amigable que favorezca el crecimiento espiritual de los niños.

Cuando usted llega a la iglesia X encuentra las familias congregadas en la entrada, saludándose efectivamente unas con otras. A cada familia le entregan un sencillo boletín que contiene el orden del programa y en una de las paredes de la entrada se observa una cartelera con notas de felicitación y mensajes de cariño elaborados por los niños de la iglesia.

Los maestros de las divisiones infantiles saludan cariñosamente a los niños cuando van llegando y les transmiten el entusiasmo y la alegría de tenerlos para el programa. Los salones están limpios y sencillamente decorados con trabajos de los niños. Durante el programa los niños participan activamente y se les trata con respeto y cariño.

Cuando llega el momento del culto de adoración los niños participan activamente. Es frecuente ver a un niño de 8 años cantando una parte especial junto con el coro de la iglesia. Los adolescentes son los encargados del momento de la historia infantil bajo la ayuda de algunas maestras y padres. El sermón del pastor incluye un saludo a los niños, alguna historia y hasta ayudas visuales cuando es posible. Una vez al mes la iglesia programa un servicio especial para los niños el cual es conducido y dirigido por los maestros con el apoyo de la junta de iglesia.

Al llegar el momento de salir del culto, los niños saludan al pastor y éste les agradece por haber venido a adorar con los adultos. Los padres se sienten felices de saber que sus niños son valorados en la iglesia y que no los consideran una molestia, por lo tanto están motivados a volver cada semana porque saben que sus hijos se sienten felices allí. Una vez al mes, la iglesia provee un seminario de capacitación para los padres con temas que a éstos les interesa y les ayuda en el proceso de orientar sus hijos en los aspectos espirituales. ¿Te gustaría que en tu iglesia sucediera lo mismo?

Tomado de la Revista Adventista