Un día por curiosidad me dispuse a buscar cuántos artículos, ideas o comentarios hay en internet sobre la belleza en la mujer. Encontré más de 480,000 artículos con toda clase de sugerencias, técnicas, y mucho más sobre el tema. Las compañías que producen y distribuyen artículos de belleza en el mundo entero son una cantidad igual o tal vez mayor y sus ganancias resultan millonarias dado la gran demanda de sus productos. Ser bella, es tal vez el sueño de muchas mujeres, sin embargo, hay que reconocer que los parámetros que el mundo ha establecido para identificar lo que es “belleza” no pueden ser alcanzados por todas las mujeres fácilmente.

En la Biblia se presenta la descripción de una mujer muy especial que en nuestros días posiblemente pudiera ser considerada una mujer de belleza poco común, no tanto por sus rasgos físicos sino por la cantidad de atributos que la embellecen.  La encontramos en Proverbios 31: 10 al 30 y se refiere a una mujer que identifican con el calificativo de “mujer virtuosa”. Algunos comentaristas bíblicos sostienen que esta poesía bíblica fue escrita por el rey Salomón, mientras que otros no están muy convencidos. En realidad la descripción tiene el estilo de escritura de Salomón por lo tanto voy a colocarme dentro de la posición de los que afirman que fue él. Conociendo la vida de Salomón y su vasta experiencia con las mujeres durante su vida, no cabe duda que todo lo que se dice de esta mujer le concede un sitial entre las mujeres más atractivas.

De esta mujer virtuosa se destacan sus cualidades de laboriosidad, fidelidad, creatividad, bondad y muchas otras, pero hay algo que toda mujer atractiva debe considerar. La mujer virtuosa se vestía elegantemente con ropa de lino fino. Una mujer puede no ser bella físicamente, pero si sabe vestirse adecuadamente usando ropa que sean apropiadas para su edad, su estilo de vida y la configuración de su cuerpo podrá ser considerada como una mujer atractiva y elegante. La forma como una mujer se presenta ante su familia es de suma importancia. Algunas mujeres se esfuerzan mucho por mostrar una imagen de elegancia y pulcritud cuando salen a la calle, pero en el hogar su apariencia física denota todo lo contrario. El esposo y los hijos que la observan notan su descuido y aunque tal vez no se lo manifiesten verbalmente con seguridad se ven influenciados por tal actitud.

La repercusión de este detalle que a simple vista parece sencillo es comentado de una forma muy clara en el libro Hogar Cristiano. Allí dice: “Si las madres se permiten llevar vestidos desaseados en la casa, enseñan a sus hijos a seguir por el mismo camino del desaliño. Muchas madres piensan que en la casa cualquier ropa es bastante buena por sucia y desaliñada que esté. Pero pronto pierden su influencia en la familia. Los hijos comparan el vestido de la madre con el de quienes visten con aseo, y se debilita el respeto que le tienen” HC228. Es posible que la ropa que se usa en casa no esté sucia, pero si está desgastada, ha perdido su color, o si simplemente ya no es adecuada debe ser reemplazada. Cuidar ese detalle es de gran importancia porque la apariencia personal de una esposa y madre siempre debe proyectar una imagen de lozanía y pulcritud para que su esposo la admire y sus hijos también.