Quiero llamar su atención a la declaración que sigue a continuación: “La casa de Dios es a menudo profanada y el sábado violado por los hijos de los que guardan el sábado. En algunos casos hasta se les permite correr por los alrededores, jugar, hablar y manifestar su mal genio en las mismas reuniones en donde los santos deberían adorar a Dios en la hermosura de su santidad. Y el lugar que debería ser santo y donde deberían reinar una quietud santa, y donde debería haber un orden perfecto, limpieza y humildad, se convierte en una perfecta Babilonia, (confusión). Esto es suficiente para provocar el desagrado de Dios y ahuyentar su presencia de nuestras asambleas” CN 512,513.

Posiblemente usted al leer esta declaración estará pensando que su contenido se aplica a la iglesia donde usted se congrega. Con frecuencia recibo invitaciones para presentar seminarios a congregaciones en las que el comportamiento de los niños durante los servicios religiosos está ocasionando serios problemas. En ocasiones he pensado que las personas que me invitan piensan que puedo ir a reprender a los padres de los niños y que no se molestarán conmigo porque apenas soy una visita y no un miembro regular de dicha congregación. Lo cierto es que en todos los lugares a donde he sido invitada para tratar el tema encuentro varios detalles comunes que me he propuesto enfatizar en varios temas de los cuales este es el segundo (el primero ya lo tienen entre las presentaciones de mujerdevision.com

Los Principios No Cambian
En el libro del profeta Habacuc leemos: “Jehová está en su santos templo; calle delante de él toda la tierra” 2:20. El versículo declara que Dios está en el templo (la iglesia), que es santo y que todo debe estar en silencio ante su presencia. Eso significa que los padres deben entender esta verdad y enseñarles a sus hijos que cuando estamos en la iglesia estamos ante la presencia de Dios aunque no lo vean en persona. Es imperativo que los padres además de enseñar esta verdad a los hijos tienen el deber de ordenar que ellos estén en reverencia dentro de la iglesia. Esto es un mandato divino y no cambia.

Seguramente usted se ha dado cuenta que las cosas sagradas que nos relacionan con Dios están perdiendo su influencia y son tomadas como cosas comunes. En décadas pasadas nadie se atrevía entrar a una iglesia haciendo ruido o interrumpiendo el servicio de adoración. Hoy tanto los adultos como los niños han ido perdiendo ese respeto por lo sagrado y en muchas congregaciones la hora del culto no dista mucho de parecerse a cualquier lugar de reuniones sociales. Cuando los niños son llevados al culto debe hacérseles saber y entender dónde están; que no están en su casa, sino donde Dios se encuentra con su pueblo y su conducta debe ser diferente.

Una Advertencia a Los Padres
Es frecuente encontrar padres que se molestan cuando alguien les advierte o llama la atención acerca de la conducta de sus hijos en la iglesia. Esa es tal vez una de las dificultades más comunes que se presenta.  Aquellos padres que han perdido el dominio de sus hijos se enojan cuando otros tratan de señalarles lo que sus hijos están haciendo mal con el fin de ayudarles a corregirlos. Lo mejor que estos padres pueden hacer es mantener a sus hijos sentados cerca de ellos durante el culto de manera que puedan estar atentos a su conducta. Cuando los niños van al culto hágales saber  y entender que están en la casa de Dios por lo tanto estar tranquilos y en silencio no es negociable. Téngalo por seguro; si usted controla la conducta de sus hijos en la iglesia no habrá necesidad de que otra persona lo haga por usted.