“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”. Salmos 91: 11

En muchas ocasiones he estado en peligro y estoy seguro que un ángel cuidó de mí y mi familia para que no me pasara nada catastrófico, o que pusiera en peligro mi vida y la de los que me acompañaban. El cielo será nuestro mayor testigo de esas cosas que pasaron y en las que vimos la mano de un ángel llevarnos en sus brazos a un lugar seguro.

Elena de White hablando sobre esto dice: “Los ángeles son enviados a los hijos de Dios con misiones de misericordia. Visitaron a Abrahán con promesas de bendición; al justo Lot, para rescatarle de las llamas de Sodoma; a Elías, cuando estaba por morir de cansancio y hambre en el desierto; a Elíseo, con carros y caballos de fuego que circundaban la pequeña ciudad donde estaba encerrado por sus enemigos; a Daniel, cuando imploraba la sabiduría divina en la corte de un rey pagano, o en momentos en que iba a ser presa de los leones; a San Pedro, condenado a muerte en la cárcel de Herodes; a los presos de Filipos; a San Pablo y sus compañeros, en la noche tempestuosa en el mar; a Cornelio, para hacerle comprender el Evangelio; a San Pedro, para mandarlo con el mensaje de salvación al extranjero gentil. Así fue como, en todas las edades, los santos ángeles ejercieron su ministerio en beneficio del pueblo de Dios… Así que, aunque expuesto al poder engañoso y a la continua malicia del príncipe de las tinieblas y en conflicto con todas las fuerzas del mal, el pueblo de Dios siempre  tiene asegurada la protección de los ángeles del cielo. Y esta protección no es superflua. Si Dios concedió a sus hijos su gracia y su amparo, es porque deben hacer frente a las temibles potestades del mal, potestades múltiples, audaces e incansables, cuya malignidad y poder nadie puede ignorar o despreciar impunemente”. CS  343.

Esta declaración habla de muchos personajes que fueron beneficiados por el cuidado de los ángeles y su ministerio y esa promesa es también para nosotros, sólo si la reclamamos.

Quiero contarles lo que me nos sucedió un viernes por la noche cuando regresaba con mi esposa de la iglesia. Ya el sol se había ocultado y las sombras de la noche estaban haciendo su trabajo. Nos montamos en nuestro carro y nos encaminamos por la vía que siempre acostumbramos tomar para ir de regreso a nuestra casa. Quiero que sepan que en esta época del año hay muchos animales de la fauna local que salen en busca de alimento y agua pues son los días cálidos del verano. Yo iba a la velocidad permitida en esa carretera rural, cuando de pronto y sin explicación, pisé el freno de mi vehículo y reduje la velocidad, al mismo tiempo, que un enorme venado saltaba enfrente de nosotros a toda velocidad. Nos quedamos en asombro, si mi carro lo hubiese impactado quien sabe que hubiera sucedido. Pero estoy seguro que el ángel del Señor con presteza hizo su trabajo para hacer que yo pisara el freno de mi vehículo y de esa manera evitarnos una tragedia que hubiéramos tenido que lamentar.

El pasaje de los Salmos que te he presentado es una promesa maravillosa de lo que los ángeles del cielo están dispuestos a realizar en favor de nosotros, ya que el Padre Celestial está listo, como dice el texto, a “mandar cerca de ti para que te guarden en todos tus caminos” y aquí la palabra todo es todo. Elena de White comentó sobre este pasaje y  dice: “No sabemos qué resultados traerá un día, una hora o un momento, y nunca debiéramos comenzar el día sin encomendar nuestros caminos a nuestro Padre celestial. Sus ángeles están comisionados para velar por nosotros, y si nos sometemos a su custodia, entonces en cada ocasión de peligro estarán a nuestra diestra”. PVGM 276-277.
Te invito en este día a que reclames la promesa que te he presentado teniendo la seguridad que el Padre Eterno la ha de cumplir. Recuerda que “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende” Salmo 34: 7